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hombre; el gráfico, que atiende a una mayor especificidad ya que es capaz de
representar las obras que constituyen el tercero y más específico de los lenguajes, y el
arquitectónico, donde se manifiesta la obra construida. De aquí se deduce que el
lenguaje gráfico, situado en una posición intermedia, es aquel capaz de convertir las
ideas en objetos arquitectónicos. Por otra parte, el lenguaje gráfico puede llegar a
obtener valor en sí mismo quedando en abierta contradicción con su materialización
posterior, llegando al extremo, incluso podría incurrirse en l’art pour l’art,
aproximaciones estrictamente utilitarias de la geometría descriptiva, tal y como
apuntaba Théophile Gautier en su novela Mademoiselle de Maupin (Sainz, 2005).
Dentro de la semiología gráfica, encargada del estudio gráfico, Jacques Bertin propone
dos sistemas: el sistema monosémico, referente a una asociación directa entre signo-
significado y el sistema polisémico, en que el significado viene tras la observación en
conjunto de los símbolos y queda sujeta a la interpretación subjetiva del observador.
Ahora bien, ¿encaja el dibujo arquitectónico en alguno de los dos sistemas? Parece ser
que no, y que quizás deberíamos entender el dibujo como medio y no como sistema
(Bertin,1973).
Por otra parte, si atendemos a la capacidad representativa del dibujo, enseguida nos
damos cuenta de la insuficiencia de éste para representar la complejidad de la obra real,
en palabras de Zevi “dondequiera que exista una completa experiencia espacial para la
vida, ninguna representación gráfica es suficiente”. Ahora bien, si nos referimos a las
categorías más específicas de la arquitectura, el medio gráfico constituye un buen
recurso para poner de manifiesto las cualidades concretas del objeto arquitectónico. Sin
embargo, la diferenciación entre las categorías específicas del dibujo son un hecho
reciente, ya que durante la historia de la arquitectura los dibujos que se presentaban
atendían a una visión global del proyecto en la que no existía el discernimiento entre
valores formales y valores constructivos (Zevi, 1969).
Siguiendo a Norberg Schulz en su libro “Intenciones en arquitectura” donde se
formulaba la teoría de que la arquitectura, ésta estaba compuesta por una serie de
elementos, entre ellos el dibujo, que él clasificaba como ‘Producción’, es decir, como
medio de representación. Tomando esta base teórica y aplicándola al dibujo, es preciso