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Figura 1. Práctica de la pelota vasca en el espacio urbano de un municipio
Estas aglomeraciones precisan de instalaciones de mayor envergadura, capaces de albergar el
elemento superficial vertical que es el frontón y la gran cantidad de público. Así pues, se
construyeron los primeros frontones ex profeso (González 2013).
La pelota vasca en España
Durante el reinado de Isabel II en el siglo XIX nace la relación entre la ciudad de San Sebastián
y la monarquía española. Ésta se asienta de una forma más firme cuando su hijo, el rey Alfonso
XII, y su consorte, María Cristina de Borbón, rehabilitan un monasterio para construir el Palacio
de Miramar. El deporte autóctono captó el interés de los reyes, quienes asistían con frecuencia a
los partidos (OET San Sebastián 2018).
La presencia de la realeza, junto con una posible rentabilidad económica y la profesionalización
del deporte, fomentaron la expansión de la pelota vasca más allá de su hábitat natural llegando
su práctica a la ciudad de Madrid. En la capital llegó a haber hasta treinta frontones de pelota
vasca funcionando. Durante el periodo comprendido entre los años 1891 y 1894, se construyen
las cuatro infraestructuras madrileñas de pelota vasca más relevantes: el Jai-Alai, el Fiesta
Alegre, el Euskal-Jai y, por último, el que nos ocupa, el frontón Beti Jai, construido en 1894 y el
único que sigue en pie (González 2013).
Pero el mundo de la pelota vasca entró finalmente en declive. Fue, en primer lugar, debido al
interés por otros deportes como el football inglés, y, en segundo lugar, al hecho de que la moral
católica no estaba a favor de la atmósfera de explotación económica propiciada por las casas de
apuestas.
Por todo ello, a principios del siglo XX los frontones madrileños fueron sufriendo
transformaciones. Los más afortunados adoptaron otros usos, tales como el de recinto para
conciertos, de hipódromo, entre otros, como el Beti Jai. Sin embargo, otros fueron derruidos,
como el Frontón Jai-Alai, en 1910, o el Frontón Fiesta Alegre, en 1965 (González 2013).
Historia del frontón desde su construcción hasta la actualidad
En 1891, José Arana Elorza, importante empresario guipuzcoano, encarga al célebre arquitecto
Joaquín de Rucoba y Octavio de Toledo la construcción del frontón, el cual debía tener cierta