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cambio hacia hábitos saludables, el fomento de cambios en el medio ambiente para
favorecer una vida saludable, la promoción de la enseñanza y el aprendizaje de la EpS de
las respectivas comunidades y promover la investigación y evaluación sobre la materia
de EpS, asumiendo a la comunidad, el sistema sanitario y la comunidad educativa como
pilares esenciales. Proponen “El modelo de EpS participativo, por tanto, está basado en
la interacción democrática de los profesionales y los miembros de la comunidad,
fomentando conocimientos e interviniendo en la propia realidad” (p. 38). Se plantean
como herramientas la educación para la salud individual y grupal, la información y la
comunicación, la acción y la dinamización social como la forma de desarrollo
comunitario, las alianzas y trabajo cooperativo y, por último, las políticas y reorientación
de los servicios. Igualmente se debe afirmar la importancia de incorporar la EpS en todos
los niveles del sistema educativo a fin de “favorecer los estilos de vida a través de la
promoción, prevención, de actitudes y hábitos responsables exclusivos del sujeto y del
contexto” (Cajina-Pérez, 2020, p. 173).
Al hacer una revisión de antecedentes respecto a programas de EpS, se encontró la
necesidad de acentuar aún más el desarrollo de programas de EpS en todos los niveles del
sistema educativo adoptando estrategias como la transversalidad y la participación activa
de los estudiantes en la comunidad. Cajina-Pérez (2020) distingue áreas de intervención,
partiendo de la identificación de problemas de la salud en procesos crónicos como
diabetes, cardiovasculares, VIH/SIDA, la violencia, el maltrato, la alimentación, la
lactancia o la sexualidad. También aborda el aspecto curricular de la EpS que puede
asumirse como uno de los ejes de transversalidad. Rodríguez Torres et al (2017) señalan
determinadas líneas de intervención en la promoción de la salud desde las instituciones
educativas entre las que cuentan la prevención de hábitos tóxicos, el estilo de vida
saludable, el autocuidado y la accidentalidad, la educación de las emociones y el uso de
la Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC). Peñaranda et al (2017)
constatan la vigencia de un modelo tradicional para la EpS, la debilidad en el proceso de
análisis pedagógico y contradicciones entre la teoría y la práctica en el desarrollo de los
programas. Sugieren adoptar una visión plural para la integración, complementariedad y
el accionar sobre diversas posturas respecto a la EpS. Ocampo-Rivera y Arango-Rojas
(2016) determinan que las prácticas de EpS emergen de las experiencias desarrolladas en