EL OBSERVATORIO DE LA
REGI�N
TUR�STICA Y EL DESARROLLO
SUSTENTABLE.
UNA EXPERIENCIA DE ALIANZA
Y OPERACI�N
ENTRE ACTORES DIVERSOS
Alfredo A. C�sar Dachary[1]
Universidad de Guadalajara - M�xico
Stella Maris Arnaiz Burne[2]
Universidad de Guadalajara � M�xico
�http://orcid.org/0000-0002-6366-2218
Recibido: 07/05/2018
����������� Aprobado: 25/07/2018
Resumen
Este texto es fruto de un proceso que
sintetiza el proyecto general de formulaci�n e implementaci�n del Observatorio
Integral de la regi�n tur�stica de Puerto Vallarta y Bah�a de Banderas, en
M�xico. Se limita al planteamiento te�rico, a partir de definir los objetivos y
el marco de ubicaci�n que llev� a presentarlo como una alternativa diferente a
los observatorios tur�sticos disciplinarios, y es la necesidad de tener una
visi�n de conjunto del fen�meno y los actores en diferentes niveles, base para
poder formular una propuesta de desarrollo sustentable.
Tambi�n se le suman al mismo nuevos elementos
derivados de dos a�os de aplicaci�n y cambios en las coyunturas que sirvieron
de marco a su formulaci�n, porque un Observatorio es instrumento complejo en
permanente transformaci�n, ya que su �materia prima� es la sociedad de acogida
y los turistas, adem�s de todo el cl�ster que abarca el mismo, todos elementos
en constante cambio y adecuaci�n.
Palabras Clave: Turismo - Regi�n - Cl�ster - Desarrollo
sustentable.
Abstract
This text is the result of a process that
synthesizes the general project of formulation and implementation of the
Integral Observatory of the tourist region of Puerto Vallarta and Bah�a de
Banderas, in Mexico. It is limited to the theoretical approach, from defining
the objectives and location framework that led to presenting it as a different
alternative to the disciplinary tourism observatories, and is the need to have
an overview of the phenomenon and the actors at different levels, basis to
formulate a proposal for sustainable development.
New elements derived from two years of
application and changes in the conjunctures that served as a framework for its
formulation are also added to it, because an Observatory is a complex
instrument in permanent transformation, since its "raw material" is
the host society and tourists, in addition to the entire cluster that covers
it, all elements in constant change and adaptation.
Keywords: Tourism - Region - Cluster - Sustainable
development.
Ante la din�mica de las
transformaciones en la producci�n y las tecnol�gicas y su incidencia en la
sociedad, una de las primeras funciones de un Observatorio, para que puede ser
considerado como un instrumento de vanguardia, es que �ste se adelante a los
hechos, que son la base de nuevas transformaciones o adecuaciones al modelo.
De all� que su funci�n
principal no se limita a la informaci�n amplia, veraz, actual y fundamentada,
sino que debe ser un instrumento que se adelante a los hechos, para evitar caer
en errores y as� se posibilita en mucho al acierto de las decisiones tanto de
las empresas como de las administraciones municipales, provinciales o
nacionales tomen, ante fen�menos o nuevas tendencias que impactar�n a un
destino tur�stico, definido este �ltimo como un modelo de desarrollo dentro del
sistema hegem�nico.
En esta experiencia se
plante� un an�lisis integral que es fundamental, para poder tener la visi�n del
modelo de desarrollo y sus efectos, consecuencias o externalidades, la
participaci�n de los ciudadanos y grupos sociales, ya que �stos son elementos
necesarios para lograr la sostenibilidad y la gobernanza, as� como profundizar
el sentido democr�tico de la convivencia social lo que ayuda a una mayor
transparencia y control de los planes y de las pol�ticas puestas en marcha.��
La sociedad misma es
compleja y multifac�tica, por lo que el campo del Observatorio es tan grande
que es preciso limitarlo, tanto en los aspectos a estudiar como en la secuencia
temporal del suministro de datos, y �ste es un proceso permanente ya que se
suman nuevos problemas y hace falta aplicar nuevos indicadores sin descuidar
los anteriores.
Por ello hay que
seleccionar los aspectos m�s importantes y de significaci�n para poder medir
los problemas de la sociedad y distinguir en cada uno con qu� periodicidad y de
qu� manera ha de hacerse el seguimiento de su evoluci�n, sin que esto descarte
futuros cambios, seg�n aconsejen la evoluci�n del desarrollo de la entidad, las
mejoras de la informaci�n o la incorporaci�n de objetivos nuevos en las
pol�ticas p�blicas y en las decisiones de mercado.
Los Observatorios tienen
siempre un sentido tendencial o de seguimiento de coyuntura, debiendo estar
enmarcados dentro de un sistema general de informaci�n, ya que no est�n
orientados a remplazarlos o anularlos sino a complementarlos y generar
verdaderos mecanismos que aseguren una lectura correcta de los diferentes
indicadores que detectan problemas emergentes.
El car�cter transversal de
la actividad tur�stica implica en su funcionamiento muchos aspectos de la
actividad social ajenos a lo que se reconoce propiamente como de la actividad
tur�stica, por lo que tambi�n abarca informaciones referentes a actividades
inmobiliarias, de la industria de la construcci�n, culturales,
medioambientales, deportivas, comerciales, de servicios p�blicos y privados,
entre los m�s significativos.
El territorio de an�lisis
de este Observatorio es la regi�n tur�stica de Bah�a de Banderas, una regi�n
con una gran diversidad de paisajes y de recursos y, a la vez, contrastantes
niveles de desarrollo, y que est� enmarcada en una macro regi�n tur�stica
formada por los Estados de Nayarit, Jalisco y Colima, la regi�n m�s importante
del turismo del Pac�fico, conocida tambi�n como �El tri�ngulo de oro�.
Desde la perspectiva del
desarrollo del turismo es a�n mayor ya que la misma se articula hacia el norte
con la Riviera Nayarit que llega a San Blas, un corredor de m�s de 100 km de
l�nea de costa y hacia el sur con el corredor Costalegre con m�s de 400 km de
l�nea de costa, sin contar hacia el norte de San Blas donde comenzar� el mega
proyecto de la Escalera n�utica del Mar de Cort�s, que abarca 2,000 km, parte
de los 11,000 km de costas que tiene la Rep�blica Mexicana.
2. Antecedentes -
Objetivos - Caracter�sticas
Los Observatorios en el
campo social emergen en el comienzo de la segunda mitad del siglo pasado
cuando, en 1962, Robert C. Wood propone que las pol�ticas urbanas sean tratadas
como un fen�meno cient�fico y sometidas a la observaci�n (Angulo, 2009).
La nueva emergencia de los
Observatorios integrados a diferentes disciplinas o temas en el marco de las
Ciencias Sociales y Humanidades se da a fines del siglo XX y comienzo del
actual, muchos promovidos desde la sociedad civil, desde las universidades y
otros desde el Estado.
As� el Observatorio puede
ser definido en su versi�n m�s simplificada como un informe de coyuntura, que
proporciona informaci�n sobre un campo concreto de las actividades humanas.
Pero en este caso, el turismo que es el eje econ�mico de la regi�n de Bah�a de
Banderas, y que por ello transforma a toda la regi�n, este instrumento ayuda en
la toma de decisiones y para adoptar nuevas pol�ticas, que son la futura base
para la planificaci�n sustentable de la misma.
Imagen 1 - Migraci�n a las
zonas tur�sticas del Estado
Entendido como modelo, el
Observatorio incluye transversalmente a muchas actividades de la sociedad, que
mal integradas son las bases para un desarrollo insostenible, que afecta al
turismo y que a nivel te�rico la denominamos: Turismo como modelo integral
(C�sar y Arnaiz, 2012).
Por ello es que un
Observatorio de base econ�mica tur�stica y de perspectivas amplias, o sea, con
una visi�n interdisciplinaria a partir de una perspectiva de totalidad, tendr�a
las siguientes caracter�sticas: (Torres, 2008)
Por ello, el Observatorio
tur�stico persigue aportar a las empresas del sector, lo que la Organizaci�n
Mundial del Turismo (OMT) llama empresas caracter�sticas del turismo, datos
reales y continuados en el tiempo de la caracter�stica de la demanda tur�stica,
con el objeto de mejorar la competitividad del producto (SOPDE, 2001).
3. El referente
te�rico
La Escuela Econ�mica del
turismo fue en la primera parte del siglo XX la pionera al ver a este fen�meno
�el turismo� como un hecho econ�mico, y se basaba en el utilitarismo planteado
por Stuart-Mill y Bentham, por lo que llegan a definirlo como un producto
(C�sar et. al., 2018).
Esta posici�n fue
continuada por varios espa�oles entre los que destacan Manuel Figuerola, qui�n
defin�a al turismo: �Es un acto que
supone desplazamiento que conlleva el gasto de renta, cuyo objetivo principal
es conseguir satisfacci�n y servicios, que se ofrecen a trav�s de una actividad
productiva, generada mediante una inversi�n previa� (Figuerola, 1990: 15).
En los 60�comienza a verse
un nuevo enfoque de las Ciencias Sociales en el turismo, as� en 1963 N��ez,
plantea desde el enfoque antropol�gico, el tema del turismo como proceso de
aculturaci�n, un tema central hoy olvidado, exprofeso ya que vamos a una nueva
recolonizaci�n con una cultura global generada desde el centro.
En 1968, Berlyne plantea un
enfoque global al sostener que la vida humana en su totalidad trata de mantener
un nivel ideal de emoci�n y busca fuentes artificiales de est�mulo con el fin
de compensar las carencias e insuficiencias de su medio natural, y all� est� el
turismo, anticip�ndose a McCannel en pocos a�os.
Y as� comienzan las lecturas cr�ticas de la
mal llamada �industria sin chimeneas�, cuando Mishan en 1969, sostiene que los
l�mites del turismo son la existencia de conflictos de intereses entre
turistas, agencias, industria y los gobiernos, y que por ello la promoci�n del
turismo masivo no produce la democratizaci�n del viaje, se trata de una ilusi�n
que destruye los lugares que est�n siendo visitados (C�sar et. al., 2018).
Tres a�os antes aparece el
Pacto Internacional de los Derechos Sociales, Econ�micos y Culturales, donde se
consagra el derecho al turismo como un hecho social y el derecho al descanso
como una necesidad humana (Jim�nez, 1990).
Shivjim, en 1973, plantea
un tema que luego se profundizar�, la relaci�n del turismo como un nuevo
neocolonialismo y en un enfoque intermedio Erick Cohen plantea en 1974, el
turismo como una forma hospitalaria mercantilizada.
El primer an�lisis integral
lo realiza De Kadtz en su cl�sico libro: �Turismo �pasaporte al desarrollo?�
donde analiza al turismo en base a experiencias de desarrollo en diferentes
pa�ses, especialmente en la periferia. El trabajo muestra los altos costos de
los pa�ses emergentes y se adelanta de lo que ser� una constante en el futuro
de �stos en su relaci�n asim�trica con el turismo (De Kadtz,1991).
Desde la Antropolog�a, a
fines de los 70, aparecen los estudios de Dennison Nash, que han llegado con
mayor profundidad al tema central del turismo en su relaci�n con el sistema
dominante, afirmando que el turista es como
el empresario o comerciante, un agente de contacto entre dos culturas y, por
ende, son inductores de cambio cuando la que visita es menos desarrollada de la
que proviene. La posibilidad que un pueblo originario acepte voluntariamente y que
participe en estas transacciones que benefician a los de afuera es parte
esencial del Imperialismo. De all� que hay una necesidad de una teor�a general que abarque
a todos los tipos de turismo y relaciones entre pa�ses y pueblos de diferentes
niveles (Nash,1991).
Un nivel de an�lisis del
turismo que lleva a temas de mayor profundidad a fin de poder entender qu�
papel juega el turismo en la sociedad de consumo, analizando sus imaginarios y
la funci�n del turismo en esta nueva sociedad, la cual es muy diferente a la
del comienzo de la misma en el siglo XIX.
En los 70 � 80, McCannell sienta las bases de un estudio m�s amplio
sobre el turismo y sostiene que el t�rmino turista tiene para �l dos
acepciones: por un lado, los visitantes, mayor�a de clase media que se
encuentran en el mundo en busca de experiencias y, por el otro, los turistas
como uno de los mejores modelos del hombre moderno en general.
McCannell parti�
de la Antropolog�a estructural, que permite analizar hechos religiosos y
primitivos, se adecu� para estudiar la modernidad, los �modernos� que creen que
la autenticidad se encuentra en otra parte, en los per�odos de vida pasados,
m�s puros y simples. La tesis central de �ste es que la expansi�n emp�rica e
ideol�gica de la sociedad moderna est� �ntimamente relacionada de diferentes
modos con el ocio moderno de masas, en especial, con el turismo internacional y
para ello utiliz� el m�todo que us� Irving Goffman, que permite la
reconstrucci�n de la vida cotidiana siguiendo los contornos de una interacci�n
cara a cara.
McCannell afirma
que siguiendo a los turistas podemos llegar a una mejor comprensi�n de nosotros
mismos y as� a los turistas se les acusa de una visi�n superficial de la
sociedad, pero a los cient�ficos sociales tambi�n. Los turistas son proveedores
de valores modernos en el mundo entero al igual que los cient�ficos sociales y
ambos, turistas y los cient�ficos sociales comparten la curiosidad sobre los
pueblos primitivos, minor�as �tnicas y otras clases (McCannell, 1999).
Hoy, la
Sociolog�a del Ocio se ha desarrollado tan r�pidamente como la sociedad post
industrial y es que el ocio est� remplazando al trabajo del centro de los
compromisos sociales modernos. El �estilo de vida� designa una combinaci�n de
trabajo y ocio, remplaza a la ocupaci�n como base de formaci�n de las
relaciones sociales, la posici�n social y la acci�n social.
Cada vez que la
sociedad industrial se transforma en sociedad moderna, en forma simult�nea el
trabajo se convierte en objeto de curiosidad tur�stica, y el trabajo y la
producci�n son dos importantes productos tur�sticos, por ejemplo: las
pir�mides. As� el trabajo se convierte en fetiche, se transforma el bricolaje
en diversi�n, una presa en espect�culo y la visita guiada a una f�brica, en
atracci�n.
La hipermodernidad ha
trasformado la superficie social y econ�mica de la cultura, ya que antes era
una superestructura de signos, perfumes y ornatos del mundo real y hoy es
cultura- mundo, una cultura del tecno capitalismo planetario, de las industrias
culturales, del consumismo total y de los medios y las redes inform�ticas.
�sta logra reconfigurar el
mundo en que vivimos y la civilizaci�n que viene, transformando la Econom�a en
imaginarios, lo real en virtual, la producci�n en representaci�n, la marca en
arte, la civilizaci�n de las �lites en barbarie de las masas y la cultura
popular en cultura ilustrada.
Ya no se trata del
ciudadano del mundo, sino el mundo sin fronteras de los capitales y las
multinacionales, el ciberespacio y el consumismo, y es donde la econom�a se rige
por un modelo �nico de normas, valores y metas. Es el fin de la heterogeneidad
tradicional de la esfera cultural y la universalizaci�n de la cultura
comercial, conquistando la vida social, los estilos de vida y casi todas las
actividades humanas.
Las caracter�sticas de esta
nueva cultura es la �Hipertrofia� de la oferta comercial, la sobreabundancia de
informaci�n y de im�genes, la cascada de marcas, la infinita variedad de
productos desde alimentos a festivales que se dan en todas partes del mundo y donde
las ciudades son los grandes escaparates.
En esta etapa, el
consumidor no ha gozado jam�s de tanta oferta y libertad para elegir, nunca
antes hab�a podido viajar tanto y descubrir tantos lugares culturales, degustar
tantos platos ex�ticos.
La cultura mundo genera un
espiral de diversificaci�n de las experiencias de consumo y, a la vez, se
difunden importantes elementos de desarraigo, de desterritorializaci�n de las
personas y los modos de vida, y todas estas fuerzas van hacia la unificaci�n
global que cuando m�s se acercan los pueblos se incrementa la pluralizaci�n,
heterogenizaci�n y subjetivaci�n (Lipovetsky y Serroy, 2010).
Esta revoluci�n ha hecho
del turismo algo m�s complejo, el mundo no es el mismo, la cultura tampoco, las
distancias y el espacio se han reducido, vivimos una nueva era de alienaci�n
donde el turismo es el eje de este proceso de recolonizaci�n, que inicialmente
plante� Nash hace medio siglo y hoy se transform� en sus formas m�s no en su
funci�n.
La masificaci�n del turismo
se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XX, y fue tomada por los
economistas de la �poca, como un modelo de desarrollo econ�mico, en momentos en
que dominaba el desarrollismo industrialista, para enfrentar las grandes
asimetr�as que emerg�an de la descolonizaci�n y de los altos costos de las
guerras, as� como de una nueva relaci�n de control neocolonial que se hab�a
adecuado en el capitalismo a partir de la hegemon�a absoluta de Estados Unidos,
enfrentada a la URSS en la Guerra Fr�a.
A partir de los 70, en que
irrumpen otras disciplinas, como la Antropolog�a y la Sociolog�a, los nuevos
problemas ambientales y los profesionales del turismo quisieron tener
conceptualizaciones propias, que no vengan de la Econom�a y la Geograf�a que
fueron pioneros adem�s de la Psicolog�a social, y a partir de ellos se plantean
nuevas concepciones te�ricas, para entender un fen�meno que carec�a de una
teor�a general, fruto de las propias limitaciones que le hab�an impuesto. Esta
situaci�n coincide en el tiempo con el inicio de los estudios de turismo, que
eran programas espec�ficamente profesionalizantes y dedicados al turismo como
servicio, y respond�an a un amplio mercado que requer�a con urgencia operadores
de los servicios.
Pero cuando se empez� a
ampliar el universo de la dimensiones del desarrollo en lo general, con la
emergencia del tema ambiental, la planificaci�n urbana y la profundizaci�n de
la pobreza, es que se comienzan a ver m�s claramente los impactos negativos del
turismo, que antes se los ve�a disociados de su contexto general como modelos,
salvo los an�lisis muy detallados como lo fue el que realiz� en los 70,
Francisco Jurdao, en su cl�sico libro sobre la transformaci�n de un municipio
rural en parte del mayor corredor tur�stico de Espa�a, la Costa del Sol (Jurdao,
1990).
Con el ascenso del
neoliberalismo no solo transforma la sociedad del bienestar y otras formas de
equilibrio social en tema de extinci�n, con el objeto que el Estado no regule
ni apoye a los sectores menos favorecidos, sino que se proyecta en la educaci�n
y en la formaci�n en general.
En esta etapa se priorizan
los estudios de marketing, el Benchmarking, nuevos modelos de gesti�n
que plantean la reducci�n las plantillas de los hoteles o la terciarizaci�n de
determinadas actividades, lo que implica grandes ahorros a los empresarios, en
pleno auge del turismo.
En 1980, Robert Wood fue el
primero en criticar el modelo de la bola de billar, que parte del presupuesto
falso de que las culturas son unidades pasivas proclives a cambios por el
turismo, y en el mismo a�o Van Den Abbeele plantea que el turismo establece un
imperialismo de doble filo, por un lado, las culturas y los destinos se
trasforman en objetos de consumo cultural y, por el otro, el turismo funciona
como un opio adormecedor para las masas de la periferia (Salazar, 2006).
En esa d�cada tambi�n
destacan los trabajos de Briton sobre impactos del turismo en la periferia;
Gudykunst que habla del turismo como aculturaci�n, desde su perspectiva de
antrop�logo; Giddens que analiza la regionalizaci�n del espacio tiempo en el
movimiento de los caminos y tambi�n, en 1984, Bourdieu plantea de que el
turismo internacional es una forma de acumular capital simb�lico, mediante el
cual las clases sociales medias occidentales se distancian de otras clases y el
turismo les sirve para adquirir status social y para manifestar �buen gusto�.
Gregory trabaja la
geograf�a del tiempo, Foster sobre cruceros, Campbell habla del �hedonismo
imaginativo�, donde la satisfacci�n es anterior al uso, y Keppendorf sosten�a
que, de no haber cambios en el turismo, �ste ser� para los pa�ses de la
periferia una forma especial de servilismo (Salazar, 2006).
Otros antrop�logos como
Bendix y Leong hablan del turismo como un tipo de relaci�n �tnica de valores
culturales mercantilizados o donde se reinventan las tradiciones. Bruner va m�s
all� que los anteriores y sosten�a que el turismo y el colonialismo nacieron
juntos y son parientes.
En s�ntesis, se analiza el
turismo como sujeto de estudio y no desde la perspectiva del servicio disociado
del desarrollo de la ciudad de acogida, de la regi�n o el corredor, que es una
forma de evadir las responsabilidades por las externalidades del modelo que
generalmente se denuncian, pero no componen.
Al no poder tener una visi�n
macro del turismo, los profesionales se concentran en lo operativo y dejan de
lado los estudios del turismo como modelo y como ideolog�a de Estado, que son
los que permitir�n entender hacia donde van y como se puede mejorar �ste para
que tenga menos impacto en las sociedades de acogida.
����������� El turismo al igual que el
ambientalismo, al no poder ser conceptualizado como una disciplina, algo que
caracteriza a los grandes problemas modernos que debe enfrentar la sociedad,
como derechos humanos, revoluci�n femenina, moda y otros m�s, buscan un
paradigma �cient�fico� macro, que d� respuesta a todo como una unidad. As�
logra al igual que el ambientalismo tomar como propia la teor�a de sistemas,
que viene de las Ciencias Exactas, pero esta teor�a cubre la operativa del
negocio y su amplio cl�ster, pero no llega a lo profundo de �ste y menos a los
temas sociales, al final termina cumpliendo la funci�n de una teor�a particular
que pretende ser global, sin poder resolverlo.
Un modelo econ�mico es una
teor�a particular dentro de una general, el sistema, la cual representa un
proceso econ�mico bajo determinadas variables y estableciendo una secuencia
l�gica y se desarrollan bajo suposiciones y t�cnicas matem�ticas, y permiten saber
c�mo responder� la econom�a ante un escenario determinado.
De all� que al turismo lo
definimos como un modelo porque es parte de un sistema, que cuando se dan
determinadas condiciones se expresa como una de las estrategias de
implantaci�n, crecimiento y expansi�n del sistema capitalista, y por ello se
rige por la l�gica del sistema que lo gener� y, a la vez, �ste crece
adecu�ndose a las transformaciones del sistema en lo econ�mico como en lo
social, para poder mantener sus funciones y ampliarlas dentro de �ste.
����������� De all� que este modelo tiene la gran
capacidad de transformar la realidad integr�ndola a la din�mica general del
sistema, en todas las dimensiones posibles, de peque�os emprendimientos a
ciudades construidas para el ocio, desde reciclar f�bricas o minas a
transformar �reas naturales protegidas en un producto tur�stico y con ello
integrarlo al sistema.
����������� Por ello es que el modelo tiene todas
sus caracter�sticas, m�s las propias de la actividad espec�fica, pero que se
ajustan a la l�gica econ�mica general del sistema, el modelo cubre todo el
universo donde se origina y abastece el turismo, desde la sociedad de acogida a
la sociedad emisora, integr�ndola en un mismo proceso.�
A grandes rasgos
analizaremos los diferentes factores que intervienen en la aplicabilidad de
este modelo, para ver su comportamiento y las externalidades que generan.
����������� Comenzaremos por una caracter�stica
�nica, el turismo es la �nica producci�n que se consume en el lugar donde est�
o se genera, por ello lo primero que debemos analizar para ver el
comportamiento es la sociedad de acogida, que se transforma cuando se da el
desarrollo del turismo, en proporci�n a la magnitud de �ste y el modelo que se
pretende implementar, ya sea masivo con turismo residencial o de bajo impacto con
un modelo de alto nivel.
Esa transformaci�n se mide
en base a la sociedad de acogida que inicia un proceso de transici�n o
transformaci�n de una econom�a de auto-subsistencia con m�s lazos de
solidaridad a una de mercado donde todos los integrantes compiten por los
ingresos que genera directa o indirectamente el turismo.
En cualquiera de los casos
siempre se da una fuerte afectaci�n en la estructura social que se refleja en
un cambio de la misma, ya que actores externos la alteran y generalmente ocupan
los lugares m�s elevados de la escala social como inversionistas,
desarrolladores o actores pol�ticos.
As� mismo se altera el
mercado laboral, ya que las actividades anteriores al turismo pierden
competitividad a nivel del empleo y derivado de diferencias salariales y
posiciones sociales, esta �ltima ideol�gica, ya que los campesinos, pescadores
o mineros pretenden cambiar a empleos de �cuello blanco�, aunque sean seguridad
en los hoteles, pero el uniforme y el trato con el turista los hacen sentir
diferentes.
Hay una competencia
inmediata con otros nuevos habitantes, los que traen las migraciones externas
que son motores de cambio, pero �stos llegan a ocupar puestos y posiciones que
terminan afectando a la poblaci�n local, que se siente rezagada o apartada del
proyecto de �modernizaci�n�.
Estos cambios permiten a la
sociedad de acogida revaloraci�n econ�mica del capital natural, propio de la
poblaci�n y de la regi�n donde est�, ya que hasta antes de comenzar estos
cambios no se le daba valor y se lo consideraba como algo �naturalmente puesto
all�. Esto incluye el paisaje construido por a�os, como el paisaje agavero, el
vitivin�cola, los cultivos en terrazas, los cultivos extensivos, todos ellos,
fruto de trabajo de varias generaciones.
Las transformaciones que
origina la implantaci�n del modelo generan una gran expectativa en la sociedad,
ya que en su promoci�n se les asegura a los pobladores que las transformaciones
incidir�n en lograr un mayor desarrollo para la poblaci�n, lo cual generalmente
no se da, al igual que en el resto de los modelos que se implantan en el
sistema capitalista de la periferia, desde el minero al industrial o el
agroindustrial al pesquero industrial, entre otros. Esto es una constante de la
l�gica del sistema general, un crecimiento desigual y combinado.
Esta �promesa� de
desarrollo expresada como una esperanza incide en el proceso de reducci�n de
las migraciones al exterior, como es el caso de M�xico y todo Centroam�rica
respecto de Estados Unidos o las migraciones en Sudam�rica hacia Brasil y
Argentina, pero a la vez en el turismo se dan otros tipos de migraciones que
son caracter�sticos de este modelo.
La relaci�n entre lo que el
turismo plantea como desarrollo y lo que genera como modelo es la ecuaci�n
central que estudiamos en el Observatorio a fin de poder transformarlo en un
modelo m�s equitativo y menos contradictorio cercano al ideal de desarrollo
sustentable.
1. Contenidos generales y transversales
Un Observatorio integral de una regi�n
tur�stica tiene como eje del mismo al turismo y sus contrapartes naturales, la
sociedad de acogida y la gesti�n p�blica, los cuales tienen un elevado n�mero
de indicadores de acuerdo a c�mo y por qu� se quieren medir.
�Comenzaremos por los temas sociales, entre los
que destacan, fruto del proceso de poblaci�n y poblamiento, a las grandes transformaciones demogr�ficas � urbanas, resultado
del proceso migratorio del campo a la ciudad y la respuesta del sector p�blico con la expansi�n de
la vivienda y los servicios.
El turismo que transforma
al mercado laboral requiere de la contrapartida social-oficial expresada en
salud y educaci�n y cuando esto no se logra viene la crisis social y costos:
deuda social y conflictos, la inseguridad exterior expresada en la delincuencia
y la violencia de g�nero.
La s�ntesis lo dan las
mediciones de la percepci�n de la poblaci�n de la sociedad de acogida, que
pueden mostrar las contradicciones al interior de la sociedad inmigrantes -
locales y con los turistas.
En la cuesti�n
gubernamental y de gesti�n emerge la Gobernanza, la Transparencia y, en
general, todos los servicios p�blicos y municipales que si no se dan se
transforman en deuda social.
����������� En la cultura tenemos temas centrales como la identidad y sociedad y su
forma de expresarse en el o los idiomas, la gastronom�a local y la cotidianidad
y tradici�n y, a nivel instituciones, tenemos la evaluaci�n de productos como
museos, monumentos y folclore. Como patrimonio hist�rico, la evaluaci�n de los
bienes inmuebles hist�ricos y el patrimonio tangible; las leyendas y mitos que
son patrimonio intangible.
A nivel de la econom�a
regional, tenemos el eje que es el turismo que se mide de muchas maneras
diferentes, acorde a la necesidad y uso de la informaci�n. As� tenemos a las
variables envolventes a partir de la Informaci�n de la evoluci�n de la oferta y
los Indicadores gen�ricos: Empleo y desempleo, Alojamiento en sus diversas
versiones, Restauraci�n, Intermediaci�n, Transporte tur�stico e Informaci�n.
Los Indicadores espec�ficos
(instalaciones tur�sticas especificas) son: los Museos, los Monumentos
(incluido los religiosos), los Parques naturales, los Parques tem�ticos, las
Instalaciones deportivas singulares, las Fiestas y los eventos de cada pueblo y
otros varios.
En la Informaci�n de
evoluci�n de la demanda tenemos varios, de una manera general:
En general, �stos
aportan a otras opciones que derivan de un Observatorio econ�mico regional como
es la elaboraci�n de modelos prospectivos por el destino, la regi�n o la
entidad.
5. Otros
Indicadores del cl�ster
En un destino tur�stico
importante o una regi�n tur�stica, lugares donde la econom�a est� liderada por
el turismo, el cl�ster es muy amplio, pero en este caso lo limitaremos a lo m�s
significativo y que ser�a imposible dejarlo de citar.
Comenzaremos por el
comercio, una de las principales fuentes de abastecimiento del turismo, donde
hay varios indicadores de base: los �ndices de consumo tur�stico, el �ndice de
consumo local, la estructura y diversificaci�n del comercio y su incidencia en
la centralidad y el comercio - abastecimiento y consumo local.
Ante los grandes cambios en
el manejo financiero de las grandes cadenas, que ya operan como bancos, al
permitir sacar dinero, pagar determinados servicios y hacer transferencias,
deber�amos tener un indicador de base de comercio - funci�n financiera, que
podr�a ser muy significativo lo que nos muestre, ya que la mayor�a de los
extranjeros consumen con tarjeta y operan estos servicios.
En cuanto a las industrias,
tenemos una que es el motor del cl�ster del turismo por su amplitud e
incidencia en el desarrollo de un destino, la industria de la construcci�n.
�sta es el eje, un alto nivel de empresas de comercio e industrias vinculadas
con la industria de la construcci�n desde la miner�a para arenas y piedras a
alta tecnolog�a para nuevos servicios en los edificios inteligentes. Por ello
en la industria hay tres grandes sistemas empresariales en los destinos
tur�sticos: la de la construcci�n, las mineras que abastecen de productos
directos y la de los servicios de maquinaria, y el n�mero de empresas
registrados dan una idea de la magnitud del destino.
Este sector, mal llamado
secundario, tiene dos importantes ramas que tienen incidencia en un destino
tur�stico: las manufacturas y las artesan�as, que forman parte de un porcentaje
elevado del consumo tur�stico, como parte de los recuerdos del viaje.
Otro de los grandes
sectores en el turismo es el sector inmobiliario, b�sico en esa actividad al
extremo que se habla del modelo inmobiliario del turismo, el cual hoy est� en
auge a partir de la econom�a colaborativa con Airbnb.
Esta actividad es muy
amplia ya que va de la construcci�n a la renta de inmuebles y tiene dos
vertientes muy importantes. El primero es operado por los gobiernos locales,
que son el otorgar las Licencias, cambios de uso del suelo -artificializaci�n,
siguiendo los planes urbanos de desarrollo, lo cual se altera y genera los
grandes problemas urbanos hoy vigentes de sobrecarga en zonas determinadas y
falta de servicios para una mayor demanda.
El segundo proceso tambi�n
a cargo del gobierno (Municipal) de ampliaci�n de la frontera urbana a costa de
las �reas protegidas y sus implicaciones, una vez m�s el problema de saltar las
normas y generar una mayor deuda social a los nuevos fraccionamientos fuera de
las posibilidades del gobierno municipal.
A nivel privado, el
problema es el manejo del mercado inmobiliario que afecta a trav�s de la renta
o casas en venta a los locales al aumentar �stas m�s arriba de lo que domina la
plaza, fruto de una gran especulaci�n, de turistas y trabajadores de corto
plazo que requieren estos inmuebles con sus servicios. De all� la importancia
de los indicadores inmobiliarios para detectar los graves problemas urbanos,
econ�micos y sociales de la sociedad de acogida en un destino.
El mal llamado sector
primario, hoy las zonas rurales, van camino a ser nuevas zonas urbanas y sus
usos han cambiado debido a la gran conectividad, haciendo del mundo rural un
nuevo paradigma de usos (multifuncionalidad rural).
Por ello, las actividades
agropecuarias, forestal y mineras, van m�s all� de lo tradicional y ya es
necesario poner indicadores de artificialidad del suelo rural y de precios de
la tierra, que al aumentar generan una doble tragedia: salen de la producci�n y
los campesinos dejan ese mercado laboral por uno que es m�s rentable: el de la
construcci�n.
La funci�n m�s medida es
primero la de abastecimiento de carnes rojas, blancas y peces vegetales y
frutas, con el fin de evitar la dependencia de otros mercados y generar un
efecto de derrama del sector terciario al primario. Pero esto implica medir los
canales de comercializaci�n y distribuci�n, mercados regionales, locales o de
abasto del destino.
Explotaci�n forestal es en
muchos casos primaria - terciaria, abastecen de madera al mercado y /o tienen alojamiento
y manejan un turismo de la naturaleza y baja intensidad, lo cual implica
diferentes indicadores de un sector tradicionalmente abastecedor.
La miner�a, base de apoyo a
la industria de la construcci�n, caminos y dem�s infraestructura tambi�n tiene
una perspectiva dual: extractiva y /o tur�stica, la primera genera problemas y
amenazas al medio ambiente; la segunda es lo contrario.
Lo mismo ocurre con la
pesca que es asimilada por el turismo y sus productores pasan a otra actividad
complementaria del turismo, el ocio mar�timo en la navegaci�n y la pesca
deportiva y su impacto es similar al forestal, la extracci�n a veces es
depredadora y la pesca deportiva es sustentable.
La �ltima variable que
hablaremos en este art�culo es la medioambiental, ya que el capital natural es
uno de los valores que hacen m�s atractivo a un destino, a la vez que es
fundamental para supervivencia de una ciudad o destino.
Siendo los principales
indicadores los que miden la contaminaci�n de aguas superficiales y fre�tica,
la contaminaci�n ac�stica y visual, los ecosistemas que alojan al destino y su
nivel de afectaci�n con la incidencia de �ste en paisaje aceptado por la
sociedad, monta�a, r�o u otro.
A nivel de los espacios
bajo diferentes formas de protecci�n tenemos indicadores seg�n sea el tipo de
�rea, desde una reserva de la bi�sfera que �stos ser�n por zonas al igual que
los parques marinos, las reservas naturales, estatales o forestales. En los
reglamentos de cada una de ellas est�n los l�mites de uso.
Pero hay dos zonas
importantes en el proceso de sustentabilidad de una regi�n o un destino, y son
por un lado las �reas costeras, zonas bisagra entre el mar y la tierra y all�
se mide la alteraci�n de la l�nea de costa, r�os y lagunas (presas y embalses)
y en las ciudades y zonas perif�ricas, protegidas o no, se mide la alteraci�n
de las densidades de carga (�reas urbanizadas y caminos).
Los diferentes indicadores
se aplican en distintos instrumentos por per�odos determinados: anuales,
semestrales, mensuales o de temporadas tur�sticas y �stos son los indicadores
base, luego vienen los estudios de inteligencia tur�stica y de coyuntura.
6. Conclusiones
Un Observatorio de estas
caracter�sticas y objetivos es una investigaci�n permanente, aunque combinando
temas y resultados, para lograr cerrar una visi�n del destino o regi�n por a�o,
a fin de poder analizar los problemas existentes, potenciales y de futuro.
El modelo que se plantea en
el trabajo responde a una visi�n te�rica de lo que es el turismo: una actividad
compleja que va m�s all� de su primer n�cleo: hoteles, restauraci�n y empresas
de ocio, ya que tiene un gran cl�ster que lo complementa y a la vez crece con
el destino en la medida en que �ste es exitoso, sino el proceso es inverso.
Entre los temas que vienen
en agenda derivado de dos a�os de experiencias son determinados tipos de
turismo espec�ficos como golf, ahora polo, deportes extremos, por un lado y,
por el otro, el incremento creciente de viajeros que ya no se alojan en los
alojamientos formales y rentan o acuerdan formas de tenerlo a trav�s de la
econom�a colaborativa.
Los cambios en la
tecnolog�a son cada vez m�s profundos y hoy �stos amenazan, como a todo el
planeta, al empleo tur�stico y obligan a promover m�s eficientemente a los
innovadores, creadores de nuevas opciones, que responden a una sociedad
cambiante no solo de formas de vida sino de imaginarios, lo cual es un reto
permanente en un mercado mundial en expansi�n de ofertas, de experiencias y de
transporte adecuados a la nueva econom�a.
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[1] Doctor en Ciencias Sociales. Universidad de Guadalajara, M�xico;
[email protected]
[2] Doctora en Antropolog�a, Universidad de Guadalajara, M�xico;
[email protected]