EL OBSERVATORIO DE LA
REGIÓN
TURÍSTICA Y EL DESARROLLO
SUSTENTABLE.
UNA EXPERIENCIA DE ALIANZA
Y OPERACIÓN
ENTRE ACTORES DIVERSOS
Alfredo A. César Dachary[1]
Universidad de Guadalajara - México
Stella Maris Arnaiz Burne[2]
Universidad de Guadalajara – México
http://orcid.org/0000-0002-6366-2218
Recibido: 07/05/2018
Aprobado: 25/07/2018
Resumen
Este texto es fruto de un proceso que
sintetiza el proyecto general de formulación e implementación del Observatorio
Integral de la región turística de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, en
México. Se limita al planteamiento teórico, a partir de definir los objetivos y
el marco de ubicación que llevó a presentarlo como una alternativa diferente a
los observatorios turísticos disciplinarios, y es la necesidad de tener una
visión de conjunto del fenómeno y los actores en diferentes niveles, base para
poder formular una propuesta de desarrollo sustentable.
También se le suman al mismo nuevos elementos
derivados de dos años de aplicación y cambios en las coyunturas que sirvieron
de marco a su formulación, porque un Observatorio es instrumento complejo en
permanente transformación, ya que su “materia prima” es la sociedad de acogida
y los turistas, además de todo el clúster que abarca el mismo, todos elementos
en constante cambio y adecuación.
Palabras Clave: Turismo - Región - Clúster - Desarrollo
sustentable.
Abstract
This text is the result of a process that
synthesizes the general project of formulation and implementation of the
Integral Observatory of the tourist region of Puerto Vallarta and Bahía de
Banderas, in Mexico. It is limited to the theoretical approach, from defining
the objectives and location framework that led to presenting it as a different
alternative to the disciplinary tourism observatories, and is the need to have
an overview of the phenomenon and the actors at different levels, basis to
formulate a proposal for sustainable development.
New elements derived from two years of
application and changes in the conjunctures that served as a framework for its
formulation are also added to it, because an Observatory is a complex
instrument in permanent transformation, since its "raw material" is
the host society and tourists, in addition to the entire cluster that covers
it, all elements in constant change and adaptation.
Keywords: Tourism - Region - Cluster - Sustainable
development.
Ante la dinámica de las
transformaciones en la producción y las tecnológicas y su incidencia en la
sociedad, una de las primeras funciones de un Observatorio, para que puede ser
considerado como un instrumento de vanguardia, es que éste se adelante a los
hechos, que son la base de nuevas transformaciones o adecuaciones al modelo.
De allí que su función
principal no se limita a la información amplia, veraz, actual y fundamentada,
sino que debe ser un instrumento que se adelante a los hechos, para evitar caer
en errores y así se posibilita en mucho al acierto de las decisiones tanto de
las empresas como de las administraciones municipales, provinciales o
nacionales tomen, ante fenómenos o nuevas tendencias que impactarán a un
destino turístico, definido este último como un modelo de desarrollo dentro del
sistema hegemónico.
En esta experiencia se
planteó un análisis integral que es fundamental, para poder tener la visión del
modelo de desarrollo y sus efectos, consecuencias o externalidades, la
participación de los ciudadanos y grupos sociales, ya que éstos son elementos
necesarios para lograr la sostenibilidad y la gobernanza, así como profundizar
el sentido democrático de la convivencia social lo que ayuda a una mayor
transparencia y control de los planes y de las políticas puestas en marcha.
La sociedad misma es
compleja y multifacética, por lo que el campo del Observatorio es tan grande
que es preciso limitarlo, tanto en los aspectos a estudiar como en la secuencia
temporal del suministro de datos, y éste es un proceso permanente ya que se
suman nuevos problemas y hace falta aplicar nuevos indicadores sin descuidar
los anteriores.
Por ello hay que
seleccionar los aspectos más importantes y de significación para poder medir
los problemas de la sociedad y distinguir en cada uno con qué periodicidad y de
qué manera ha de hacerse el seguimiento de su evolución, sin que esto descarte
futuros cambios, según aconsejen la evolución del desarrollo de la entidad, las
mejoras de la información o la incorporación de objetivos nuevos en las
políticas públicas y en las decisiones de mercado.
Los Observatorios tienen
siempre un sentido tendencial o de seguimiento de coyuntura, debiendo estar
enmarcados dentro de un sistema general de información, ya que no están
orientados a remplazarlos o anularlos sino a complementarlos y generar
verdaderos mecanismos que aseguren una lectura correcta de los diferentes
indicadores que detectan problemas emergentes.
El carácter transversal de
la actividad turística implica en su funcionamiento muchos aspectos de la
actividad social ajenos a lo que se reconoce propiamente como de la actividad
turística, por lo que también abarca informaciones referentes a actividades
inmobiliarias, de la industria de la construcción, culturales,
medioambientales, deportivas, comerciales, de servicios públicos y privados,
entre los más significativos.
El territorio de análisis
de este Observatorio es la región turística de Bahía de Banderas, una región
con una gran diversidad de paisajes y de recursos y, a la vez, contrastantes
niveles de desarrollo, y que está enmarcada en una macro región turística
formada por los Estados de Nayarit, Jalisco y Colima, la región más importante
del turismo del Pacífico, conocida también como “El triángulo de oro”.
Desde la perspectiva del
desarrollo del turismo es aún mayor ya que la misma se articula hacia el norte
con la Riviera Nayarit que llega a San Blas, un corredor de más de 100 km de
línea de costa y hacia el sur con el corredor Costalegre con más de 400 km de
línea de costa, sin contar hacia el norte de San Blas donde comenzará el mega
proyecto de la Escalera náutica del Mar de Cortés, que abarca 2,000 km, parte
de los 11,000 km de costas que tiene la República Mexicana.
2. Antecedentes -
Objetivos - Características
Los Observatorios en el
campo social emergen en el comienzo de la segunda mitad del siglo pasado
cuando, en 1962, Robert C. Wood propone que las políticas urbanas sean tratadas
como un fenómeno científico y sometidas a la observación (Angulo, 2009).
La nueva emergencia de los
Observatorios integrados a diferentes disciplinas o temas en el marco de las
Ciencias Sociales y Humanidades se da a fines del siglo XX y comienzo del
actual, muchos promovidos desde la sociedad civil, desde las universidades y
otros desde el Estado.
Así el Observatorio puede
ser definido en su versión más simplificada como un informe de coyuntura, que
proporciona información sobre un campo concreto de las actividades humanas.
Pero en este caso, el turismo que es el eje económico de la región de Bahía de
Banderas, y que por ello transforma a toda la región, este instrumento ayuda en
la toma de decisiones y para adoptar nuevas políticas, que son la futura base
para la planificación sustentable de la misma.
Imagen 1 - Migración a las
zonas turísticas del Estado
Entendido como modelo, el
Observatorio incluye transversalmente a muchas actividades de la sociedad, que
mal integradas son las bases para un desarrollo insostenible, que afecta al
turismo y que a nivel teórico la denominamos: Turismo como modelo integral
(César y Arnaiz, 2012).
Por ello es que un
Observatorio de base económica turística y de perspectivas amplias, o sea, con
una visión interdisciplinaria a partir de una perspectiva de totalidad, tendría
las siguientes características: (Torres, 2008)
Por ello, el Observatorio
turístico persigue aportar a las empresas del sector, lo que la Organización
Mundial del Turismo (OMT) llama empresas características del turismo, datos
reales y continuados en el tiempo de la característica de la demanda turística,
con el objeto de mejorar la competitividad del producto (SOPDE, 2001).
3. El referente
teórico
La Escuela Económica del
turismo fue en la primera parte del siglo XX la pionera al ver a este fenómeno
“el turismo” como un hecho económico, y se basaba en el utilitarismo planteado
por Stuart-Mill y Bentham, por lo que llegan a definirlo como un producto
(César et. al., 2018).
Esta posición fue
continuada por varios españoles entre los que destacan Manuel Figuerola, quién
definía al turismo: “Es un acto que
supone desplazamiento que conlleva el gasto de renta, cuyo objetivo principal
es conseguir satisfacción y servicios, que se ofrecen a través de una actividad
productiva, generada mediante una inversión previa” (Figuerola, 1990: 15).
En los 60´comienza a verse
un nuevo enfoque de las Ciencias Sociales en el turismo, así en 1963 Núñez,
plantea desde el enfoque antropológico, el tema del turismo como proceso de
aculturación, un tema central hoy olvidado, exprofeso ya que vamos a una nueva
recolonización con una cultura global generada desde el centro.
En 1968, Berlyne plantea un
enfoque global al sostener que la vida humana en su totalidad trata de mantener
un nivel ideal de emoción y busca fuentes artificiales de estímulo con el fin
de compensar las carencias e insuficiencias de su medio natural, y allá está el
turismo, anticipándose a McCannel en pocos años.
Y así comienzan las lecturas críticas de la
mal llamada “industria sin chimeneas”, cuando Mishan en 1969, sostiene que los
límites del turismo son la existencia de conflictos de intereses entre
turistas, agencias, industria y los gobiernos, y que por ello la promoción del
turismo masivo no produce la democratización del viaje, se trata de una ilusión
que destruye los lugares que están siendo visitados (César et. al., 2018).
Tres años antes aparece el
Pacto Internacional de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales, donde se
consagra el derecho al turismo como un hecho social y el derecho al descanso
como una necesidad humana (Jiménez, 1990).
Shivjim, en 1973, plantea
un tema que luego se profundizará, la relación del turismo como un nuevo
neocolonialismo y en un enfoque intermedio Erick Cohen plantea en 1974, el
turismo como una forma hospitalaria mercantilizada.
El primer análisis integral
lo realiza De Kadtz en su clásico libro: “Turismo ¿pasaporte al desarrollo?”
donde analiza al turismo en base a experiencias de desarrollo en diferentes
países, especialmente en la periferia. El trabajo muestra los altos costos de
los países emergentes y se adelanta de lo que será una constante en el futuro
de éstos en su relación asimétrica con el turismo (De Kadtz,1991).
Desde la Antropología, a
fines de los 70, aparecen los estudios de Dennison Nash, que han llegado con
mayor profundidad al tema central del turismo en su relación con el sistema
dominante, afirmando que el turista es como
el empresario o comerciante, un agente de contacto entre dos culturas y, por
ende, son inductores de cambio cuando la que visita es menos desarrollada de la
que proviene. La posibilidad que un pueblo originario acepte voluntariamente y que
participe en estas transacciones que benefician a los de afuera es parte
esencial del Imperialismo. De allí que hay una necesidad de una teoría general que abarque
a todos los tipos de turismo y relaciones entre países y pueblos de diferentes
niveles (Nash,1991).
Un nivel de análisis del
turismo que lleva a temas de mayor profundidad a fin de poder entender qué
papel juega el turismo en la sociedad de consumo, analizando sus imaginarios y
la función del turismo en esta nueva sociedad, la cual es muy diferente a la
del comienzo de la misma en el siglo XIX.
En los 70 – 80, McCannell sienta las bases de un estudio más amplio
sobre el turismo y sostiene que el término turista tiene para él dos
acepciones: por un lado, los visitantes, mayoría de clase media que se
encuentran en el mundo en busca de experiencias y, por el otro, los turistas
como uno de los mejores modelos del hombre moderno en general.
McCannell partió
de la Antropología estructural, que permite analizar hechos religiosos y
primitivos, se adecuó para estudiar la modernidad, los “modernos” que creen que
la autenticidad se encuentra en otra parte, en los períodos de vida pasados,
más puros y simples. La tesis central de éste es que la expansión empírica e
ideológica de la sociedad moderna está íntimamente relacionada de diferentes
modos con el ocio moderno de masas, en especial, con el turismo internacional y
para ello utilizó el método que usó Irving Goffman, que permite la
reconstrucción de la vida cotidiana siguiendo los contornos de una interacción
cara a cara.
McCannell afirma
que siguiendo a los turistas podemos llegar a una mejor comprensión de nosotros
mismos y así a los turistas se les acusa de una visión superficial de la
sociedad, pero a los científicos sociales también. Los turistas son proveedores
de valores modernos en el mundo entero al igual que los científicos sociales y
ambos, turistas y los científicos sociales comparten la curiosidad sobre los
pueblos primitivos, minorías étnicas y otras clases (McCannell, 1999).
Hoy, la
Sociología del Ocio se ha desarrollado tan rápidamente como la sociedad post
industrial y es que el ocio está remplazando al trabajo del centro de los
compromisos sociales modernos. El “estilo de vida” designa una combinación de
trabajo y ocio, remplaza a la ocupación como base de formación de las
relaciones sociales, la posición social y la acción social.
Cada vez que la
sociedad industrial se transforma en sociedad moderna, en forma simultánea el
trabajo se convierte en objeto de curiosidad turística, y el trabajo y la
producción son dos importantes productos turísticos, por ejemplo: las
pirámides. Así el trabajo se convierte en fetiche, se transforma el bricolaje
en diversión, una presa en espectáculo y la visita guiada a una fábrica, en
atracción.
La hipermodernidad ha
trasformado la superficie social y económica de la cultura, ya que antes era
una superestructura de signos, perfumes y ornatos del mundo real y hoy es
cultura- mundo, una cultura del tecno capitalismo planetario, de las industrias
culturales, del consumismo total y de los medios y las redes informáticas.
Ésta logra reconfigurar el
mundo en que vivimos y la civilización que viene, transformando la Economía en
imaginarios, lo real en virtual, la producción en representación, la marca en
arte, la civilización de las élites en barbarie de las masas y la cultura
popular en cultura ilustrada.
Ya no se trata del
ciudadano del mundo, sino el mundo sin fronteras de los capitales y las
multinacionales, el ciberespacio y el consumismo, y es donde la economía se rige
por un modelo único de normas, valores y metas. Es el fin de la heterogeneidad
tradicional de la esfera cultural y la universalización de la cultura
comercial, conquistando la vida social, los estilos de vida y casi todas las
actividades humanas.
Las características de esta
nueva cultura es la “Hipertrofia” de la oferta comercial, la sobreabundancia de
información y de imágenes, la cascada de marcas, la infinita variedad de
productos desde alimentos a festivales que se dan en todas partes del mundo y donde
las ciudades son los grandes escaparates.
En esta etapa, el
consumidor no ha gozado jamás de tanta oferta y libertad para elegir, nunca
antes había podido viajar tanto y descubrir tantos lugares culturales, degustar
tantos platos exóticos.
La cultura mundo genera un
espiral de diversificación de las experiencias de consumo y, a la vez, se
difunden importantes elementos de desarraigo, de desterritorialización de las
personas y los modos de vida, y todas estas fuerzas van hacia la unificación
global que cuando más se acercan los pueblos se incrementa la pluralización,
heterogenización y subjetivación (Lipovetsky y Serroy, 2010).
Esta revolución ha hecho
del turismo algo más complejo, el mundo no es el mismo, la cultura tampoco, las
distancias y el espacio se han reducido, vivimos una nueva era de alienación
donde el turismo es el eje de este proceso de recolonización, que inicialmente
planteó Nash hace medio siglo y hoy se transformó en sus formas más no en su
función.
La masificación del turismo
se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XX, y fue tomada por los
economistas de la época, como un modelo de desarrollo económico, en momentos en
que dominaba el desarrollismo industrialista, para enfrentar las grandes
asimetrías que emergían de la descolonización y de los altos costos de las
guerras, así como de una nueva relación de control neocolonial que se había
adecuado en el capitalismo a partir de la hegemonía absoluta de Estados Unidos,
enfrentada a la URSS en la Guerra Fría.
A partir de los 70, en que
irrumpen otras disciplinas, como la Antropología y la Sociología, los nuevos
problemas ambientales y los profesionales del turismo quisieron tener
conceptualizaciones propias, que no vengan de la Economía y la Geografía que
fueron pioneros además de la Psicología social, y a partir de ellos se plantean
nuevas concepciones teóricas, para entender un fenómeno que carecía de una
teoría general, fruto de las propias limitaciones que le habían impuesto. Esta
situación coincide en el tiempo con el inicio de los estudios de turismo, que
eran programas específicamente profesionalizantes y dedicados al turismo como
servicio, y respondían a un amplio mercado que requería con urgencia operadores
de los servicios.
Pero cuando se empezó a
ampliar el universo de la dimensiones del desarrollo en lo general, con la
emergencia del tema ambiental, la planificación urbana y la profundización de
la pobreza, es que se comienzan a ver más claramente los impactos negativos del
turismo, que antes se los veía disociados de su contexto general como modelos,
salvo los análisis muy detallados como lo fue el que realizó en los 70,
Francisco Jurdao, en su clásico libro sobre la transformación de un municipio
rural en parte del mayor corredor turístico de España, la Costa del Sol (Jurdao,
1990).
Con el ascenso del
neoliberalismo no solo transforma la sociedad del bienestar y otras formas de
equilibrio social en tema de extinción, con el objeto que el Estado no regule
ni apoye a los sectores menos favorecidos, sino que se proyecta en la educación
y en la formación en general.
En esta etapa se priorizan
los estudios de marketing, el Benchmarking, nuevos modelos de gestión
que plantean la reducción las plantillas de los hoteles o la terciarización de
determinadas actividades, lo que implica grandes ahorros a los empresarios, en
pleno auge del turismo.
En 1980, Robert Wood fue el
primero en criticar el modelo de la bola de billar, que parte del presupuesto
falso de que las culturas son unidades pasivas proclives a cambios por el
turismo, y en el mismo año Van Den Abbeele plantea que el turismo establece un
imperialismo de doble filo, por un lado, las culturas y los destinos se
trasforman en objetos de consumo cultural y, por el otro, el turismo funciona
como un opio adormecedor para las masas de la periferia (Salazar, 2006).
En esa década también
destacan los trabajos de Briton sobre impactos del turismo en la periferia;
Gudykunst que habla del turismo como aculturación, desde su perspectiva de
antropólogo; Giddens que analiza la regionalización del espacio tiempo en el
movimiento de los caminos y también, en 1984, Bourdieu plantea de que el
turismo internacional es una forma de acumular capital simbólico, mediante el
cual las clases sociales medias occidentales se distancian de otras clases y el
turismo les sirve para adquirir status social y para manifestar “buen gusto”.
Gregory trabaja la
geografía del tiempo, Foster sobre cruceros, Campbell habla del “hedonismo
imaginativo”, donde la satisfacción es anterior al uso, y Keppendorf sostenía
que, de no haber cambios en el turismo, éste será para los países de la
periferia una forma especial de servilismo (Salazar, 2006).
Otros antropólogos como
Bendix y Leong hablan del turismo como un tipo de relación étnica de valores
culturales mercantilizados o donde se reinventan las tradiciones. Bruner va más
allá que los anteriores y sostenía que el turismo y el colonialismo nacieron
juntos y son parientes.
En síntesis, se analiza el
turismo como sujeto de estudio y no desde la perspectiva del servicio disociado
del desarrollo de la ciudad de acogida, de la región o el corredor, que es una
forma de evadir las responsabilidades por las externalidades del modelo que
generalmente se denuncian, pero no componen.
Al no poder tener una visión
macro del turismo, los profesionales se concentran en lo operativo y dejan de
lado los estudios del turismo como modelo y como ideología de Estado, que son
los que permitirán entender hacia donde van y como se puede mejorar éste para
que tenga menos impacto en las sociedades de acogida.
El turismo al igual que el
ambientalismo, al no poder ser conceptualizado como una disciplina, algo que
caracteriza a los grandes problemas modernos que debe enfrentar la sociedad,
como derechos humanos, revolución femenina, moda y otros más, buscan un
paradigma “científico” macro, que dé respuesta a todo como una unidad. Así
logra al igual que el ambientalismo tomar como propia la teoría de sistemas,
que viene de las Ciencias Exactas, pero esta teoría cubre la operativa del
negocio y su amplio clúster, pero no llega a lo profundo de éste y menos a los
temas sociales, al final termina cumpliendo la función de una teoría particular
que pretende ser global, sin poder resolverlo.
Un modelo económico es una
teoría particular dentro de una general, el sistema, la cual representa un
proceso económico bajo determinadas variables y estableciendo una secuencia
lógica y se desarrollan bajo suposiciones y técnicas matemáticas, y permiten saber
cómo responderá la economía ante un escenario determinado.
De allí que al turismo lo
definimos como un modelo porque es parte de un sistema, que cuando se dan
determinadas condiciones se expresa como una de las estrategias de
implantación, crecimiento y expansión del sistema capitalista, y por ello se
rige por la lógica del sistema que lo generó y, a la vez, éste crece
adecuándose a las transformaciones del sistema en lo económico como en lo
social, para poder mantener sus funciones y ampliarlas dentro de éste.
De allí que este modelo tiene la gran
capacidad de transformar la realidad integrándola a la dinámica general del
sistema, en todas las dimensiones posibles, de pequeños emprendimientos a
ciudades construidas para el ocio, desde reciclar fábricas o minas a
transformar áreas naturales protegidas en un producto turístico y con ello
integrarlo al sistema.
Por ello es que el modelo tiene todas
sus características, más las propias de la actividad específica, pero que se
ajustan a la lógica económica general del sistema, el modelo cubre todo el
universo donde se origina y abastece el turismo, desde la sociedad de acogida a
la sociedad emisora, integrándola en un mismo proceso.
A grandes rasgos
analizaremos los diferentes factores que intervienen en la aplicabilidad de
este modelo, para ver su comportamiento y las externalidades que generan.
Comenzaremos por una característica
única, el turismo es la única producción que se consume en el lugar donde está
o se genera, por ello lo primero que debemos analizar para ver el
comportamiento es la sociedad de acogida, que se transforma cuando se da el
desarrollo del turismo, en proporción a la magnitud de éste y el modelo que se
pretende implementar, ya sea masivo con turismo residencial o de bajo impacto con
un modelo de alto nivel.
Esa transformación se mide
en base a la sociedad de acogida que inicia un proceso de transición o
transformación de una economía de auto-subsistencia con más lazos de
solidaridad a una de mercado donde todos los integrantes compiten por los
ingresos que genera directa o indirectamente el turismo.
En cualquiera de los casos
siempre se da una fuerte afectación en la estructura social que se refleja en
un cambio de la misma, ya que actores externos la alteran y generalmente ocupan
los lugares más elevados de la escala social como inversionistas,
desarrolladores o actores políticos.
Así mismo se altera el
mercado laboral, ya que las actividades anteriores al turismo pierden
competitividad a nivel del empleo y derivado de diferencias salariales y
posiciones sociales, esta última ideológica, ya que los campesinos, pescadores
o mineros pretenden cambiar a empleos de “cuello blanco”, aunque sean seguridad
en los hoteles, pero el uniforme y el trato con el turista los hacen sentir
diferentes.
Hay una competencia
inmediata con otros nuevos habitantes, los que traen las migraciones externas
que son motores de cambio, pero éstos llegan a ocupar puestos y posiciones que
terminan afectando a la población local, que se siente rezagada o apartada del
proyecto de “modernización”.
Estos cambios permiten a la
sociedad de acogida revaloración económica del capital natural, propio de la
población y de la región donde está, ya que hasta antes de comenzar estos
cambios no se le daba valor y se lo consideraba como algo “naturalmente puesto
allí”. Esto incluye el paisaje construido por años, como el paisaje agavero, el
vitivinícola, los cultivos en terrazas, los cultivos extensivos, todos ellos,
fruto de trabajo de varias generaciones.
Las transformaciones que
origina la implantación del modelo generan una gran expectativa en la sociedad,
ya que en su promoción se les asegura a los pobladores que las transformaciones
incidirán en lograr un mayor desarrollo para la población, lo cual generalmente
no se da, al igual que en el resto de los modelos que se implantan en el
sistema capitalista de la periferia, desde el minero al industrial o el
agroindustrial al pesquero industrial, entre otros. Esto es una constante de la
lógica del sistema general, un crecimiento desigual y combinado.
Esta “promesa” de
desarrollo expresada como una esperanza incide en el proceso de reducción de
las migraciones al exterior, como es el caso de México y todo Centroamérica
respecto de Estados Unidos o las migraciones en Sudamérica hacia Brasil y
Argentina, pero a la vez en el turismo se dan otros tipos de migraciones que
son característicos de este modelo.
La relación entre lo que el
turismo plantea como desarrollo y lo que genera como modelo es la ecuación
central que estudiamos en el Observatorio a fin de poder transformarlo en un
modelo más equitativo y menos contradictorio cercano al ideal de desarrollo
sustentable.
1. Contenidos generales y transversales
Un Observatorio integral de una región
turística tiene como eje del mismo al turismo y sus contrapartes naturales, la
sociedad de acogida y la gestión pública, los cuales tienen un elevado número
de indicadores de acuerdo a cómo y por qué se quieren medir.
Comenzaremos por los temas sociales, entre los
que destacan, fruto del proceso de población y poblamiento, a las grandes transformaciones demográficas – urbanas, resultado
del proceso migratorio del campo a la ciudad y la respuesta del sector público con la expansión de
la vivienda y los servicios.
El turismo que transforma
al mercado laboral requiere de la contrapartida social-oficial expresada en
salud y educación y cuando esto no se logra viene la crisis social y costos:
deuda social y conflictos, la inseguridad exterior expresada en la delincuencia
y la violencia de género.
La síntesis lo dan las
mediciones de la percepción de la población de la sociedad de acogida, que
pueden mostrar las contradicciones al interior de la sociedad inmigrantes -
locales y con los turistas.
En la cuestión
gubernamental y de gestión emerge la Gobernanza, la Transparencia y, en
general, todos los servicios públicos y municipales que si no se dan se
transforman en deuda social.
En la cultura tenemos temas centrales como la identidad y sociedad y su
forma de expresarse en el o los idiomas, la gastronomía local y la cotidianidad
y tradición y, a nivel instituciones, tenemos la evaluación de productos como
museos, monumentos y folclore. Como patrimonio histórico, la evaluación de los
bienes inmuebles históricos y el patrimonio tangible; las leyendas y mitos que
son patrimonio intangible.
A nivel de la economía
regional, tenemos el eje que es el turismo que se mide de muchas maneras
diferentes, acorde a la necesidad y uso de la información. Así tenemos a las
variables envolventes a partir de la Información de la evolución de la oferta y
los Indicadores genéricos: Empleo y desempleo, Alojamiento en sus diversas
versiones, Restauración, Intermediación, Transporte turístico e Información.
Los Indicadores específicos
(instalaciones turísticas especificas) son: los Museos, los Monumentos
(incluido los religiosos), los Parques naturales, los Parques temáticos, las
Instalaciones deportivas singulares, las Fiestas y los eventos de cada pueblo y
otros varios.
En la Información de
evolución de la demanda tenemos varios, de una manera general:
En general, éstos
aportan a otras opciones que derivan de un Observatorio económico regional como
es la elaboración de modelos prospectivos por el destino, la región o la
entidad.
5. Otros
Indicadores del clúster
En un destino turístico
importante o una región turística, lugares donde la economía está liderada por
el turismo, el clúster es muy amplio, pero en este caso lo limitaremos a lo más
significativo y que sería imposible dejarlo de citar.
Comenzaremos por el
comercio, una de las principales fuentes de abastecimiento del turismo, donde
hay varios indicadores de base: los índices de consumo turístico, el índice de
consumo local, la estructura y diversificación del comercio y su incidencia en
la centralidad y el comercio - abastecimiento y consumo local.
Ante los grandes cambios en
el manejo financiero de las grandes cadenas, que ya operan como bancos, al
permitir sacar dinero, pagar determinados servicios y hacer transferencias,
deberíamos tener un indicador de base de comercio - función financiera, que
podría ser muy significativo lo que nos muestre, ya que la mayoría de los
extranjeros consumen con tarjeta y operan estos servicios.
En cuanto a las industrias,
tenemos una que es el motor del clúster del turismo por su amplitud e
incidencia en el desarrollo de un destino, la industria de la construcción.
Ésta es el eje, un alto nivel de empresas de comercio e industrias vinculadas
con la industria de la construcción desde la minería para arenas y piedras a
alta tecnología para nuevos servicios en los edificios inteligentes. Por ello
en la industria hay tres grandes sistemas empresariales en los destinos
turísticos: la de la construcción, las mineras que abastecen de productos
directos y la de los servicios de maquinaria, y el número de empresas
registrados dan una idea de la magnitud del destino.
Este sector, mal llamado
secundario, tiene dos importantes ramas que tienen incidencia en un destino
turístico: las manufacturas y las artesanías, que forman parte de un porcentaje
elevado del consumo turístico, como parte de los recuerdos del viaje.
Otro de los grandes
sectores en el turismo es el sector inmobiliario, básico en esa actividad al
extremo que se habla del modelo inmobiliario del turismo, el cual hoy está en
auge a partir de la economía colaborativa con Airbnb.
Esta actividad es muy
amplia ya que va de la construcción a la renta de inmuebles y tiene dos
vertientes muy importantes. El primero es operado por los gobiernos locales,
que son el otorgar las Licencias, cambios de uso del suelo -artificialización,
siguiendo los planes urbanos de desarrollo, lo cual se altera y genera los
grandes problemas urbanos hoy vigentes de sobrecarga en zonas determinadas y
falta de servicios para una mayor demanda.
El segundo proceso también
a cargo del gobierno (Municipal) de ampliación de la frontera urbana a costa de
las áreas protegidas y sus implicaciones, una vez más el problema de saltar las
normas y generar una mayor deuda social a los nuevos fraccionamientos fuera de
las posibilidades del gobierno municipal.
A nivel privado, el
problema es el manejo del mercado inmobiliario que afecta a través de la renta
o casas en venta a los locales al aumentar éstas más arriba de lo que domina la
plaza, fruto de una gran especulación, de turistas y trabajadores de corto
plazo que requieren estos inmuebles con sus servicios. De allí la importancia
de los indicadores inmobiliarios para detectar los graves problemas urbanos,
económicos y sociales de la sociedad de acogida en un destino.
El mal llamado sector
primario, hoy las zonas rurales, van camino a ser nuevas zonas urbanas y sus
usos han cambiado debido a la gran conectividad, haciendo del mundo rural un
nuevo paradigma de usos (multifuncionalidad rural).
Por ello, las actividades
agropecuarias, forestal y mineras, van más allá de lo tradicional y ya es
necesario poner indicadores de artificialidad del suelo rural y de precios de
la tierra, que al aumentar generan una doble tragedia: salen de la producción y
los campesinos dejan ese mercado laboral por uno que es más rentable: el de la
construcción.
La función más medida es
primero la de abastecimiento de carnes rojas, blancas y peces vegetales y
frutas, con el fin de evitar la dependencia de otros mercados y generar un
efecto de derrama del sector terciario al primario. Pero esto implica medir los
canales de comercialización y distribución, mercados regionales, locales o de
abasto del destino.
Explotación forestal es en
muchos casos primaria - terciaria, abastecen de madera al mercado y /o tienen alojamiento
y manejan un turismo de la naturaleza y baja intensidad, lo cual implica
diferentes indicadores de un sector tradicionalmente abastecedor.
La minería, base de apoyo a
la industria de la construcción, caminos y demás infraestructura también tiene
una perspectiva dual: extractiva y /o turística, la primera genera problemas y
amenazas al medio ambiente; la segunda es lo contrario.
Lo mismo ocurre con la
pesca que es asimilada por el turismo y sus productores pasan a otra actividad
complementaria del turismo, el ocio marítimo en la navegación y la pesca
deportiva y su impacto es similar al forestal, la extracción a veces es
depredadora y la pesca deportiva es sustentable.
La última variable que
hablaremos en este artículo es la medioambiental, ya que el capital natural es
uno de los valores que hacen más atractivo a un destino, a la vez que es
fundamental para supervivencia de una ciudad o destino.
Siendo los principales
indicadores los que miden la contaminación de aguas superficiales y freática,
la contaminación acústica y visual, los ecosistemas que alojan al destino y su
nivel de afectación con la incidencia de éste en paisaje aceptado por la
sociedad, montaña, río u otro.
A nivel de los espacios
bajo diferentes formas de protección tenemos indicadores según sea el tipo de
área, desde una reserva de la biósfera que éstos serán por zonas al igual que
los parques marinos, las reservas naturales, estatales o forestales. En los
reglamentos de cada una de ellas están los límites de uso.
Pero hay dos zonas
importantes en el proceso de sustentabilidad de una región o un destino, y son
por un lado las áreas costeras, zonas bisagra entre el mar y la tierra y allí
se mide la alteración de la línea de costa, ríos y lagunas (presas y embalses)
y en las ciudades y zonas periféricas, protegidas o no, se mide la alteración
de las densidades de carga (áreas urbanizadas y caminos).
Los diferentes indicadores
se aplican en distintos instrumentos por períodos determinados: anuales,
semestrales, mensuales o de temporadas turísticas y éstos son los indicadores
base, luego vienen los estudios de inteligencia turística y de coyuntura.
6. Conclusiones
Un Observatorio de estas
características y objetivos es una investigación permanente, aunque combinando
temas y resultados, para lograr cerrar una visión del destino o región por año,
a fin de poder analizar los problemas existentes, potenciales y de futuro.
El modelo que se plantea en
el trabajo responde a una visión teórica de lo que es el turismo: una actividad
compleja que va más allá de su primer núcleo: hoteles, restauración y empresas
de ocio, ya que tiene un gran clúster que lo complementa y a la vez crece con
el destino en la medida en que éste es exitoso, sino el proceso es inverso.
Entre los temas que vienen
en agenda derivado de dos años de experiencias son determinados tipos de
turismo específicos como golf, ahora polo, deportes extremos, por un lado y,
por el otro, el incremento creciente de viajeros que ya no se alojan en los
alojamientos formales y rentan o acuerdan formas de tenerlo a través de la
economía colaborativa.
Los cambios en la
tecnología son cada vez más profundos y hoy éstos amenazan, como a todo el
planeta, al empleo turístico y obligan a promover más eficientemente a los
innovadores, creadores de nuevas opciones, que responden a una sociedad
cambiante no solo de formas de vida sino de imaginarios, lo cual es un reto
permanente en un mercado mundial en expansión de ofertas, de experiencias y de
transporte adecuados a la nueva economía.
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