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EL EJERCICIO PROFESIONAL DE LA ARQUITECTURA EN EL SIGLO XXI
Ivan Cabrera Fausto
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Universitat Politècnica de València - España
http://orcid.org/0000-0002-4879-7317
Ernesto Fenollosa Forner
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Universitat Politècnica de València – España
http://orcid.org/0000-0002-6610-8132
Begoña Serrano Lanzarote
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Instituto Valenciano de la Edificación –España
http://orcid.org/0000-0002-9606-0029
Ricardo Perelló Roso
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Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitad Politècnica de València –
España
http://orcid.org/0000-0001-8037-9425
Recibido: 10/12/2019
Aprobado: 31/12/2019
Resumen. Inesperadamente obligados a un largo proceso de reflexión impuesto por la
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Arquitecto (UPV), Doctor en Arquitectura (UPV), Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de
Estructuras (UPV), Director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València, España,
Docente e Investigador Correo: ivcabfau@mes.upv.es
2
Arquitecto (UPV), Doctor en Arquitectura (UPV), Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de
Estructuras (UPV), Jefe de Estudios de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València,
España, Docente e Investigador Correo: efenollo@mes.upv.es
3
Arquitecta (UPV), Doctora en Arquitectura (UPV), Profesora del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de
Estructuras de la Universitat Politècnica de València, Directora del Instituto Valenciano de la Edificación, España, Docente e
Investigadora Correo: [email protected].es
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Arquitecto (UPV), Doctor en Arquitectura (UPV), Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de
Estructuras (UPV), Responsable de la Unidad Docente de MMCTE en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat
Politècnica de València, España, Docente e Investigador Correo: rperello@mes.upv.es
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crisis financiera de las primeras décadas del presente siglo, los profesionales de la
arquitectura están recuperando su liderazgo en el devenir de las ciudades, así como su
presencia en otros campos profesionales a los que habían dedicado una menor atención
en favor de la obra nueva durante la segunda mitad del siglo XX. Estas cuestiones se están
desarrollando de manera paralela a otros cambios en la profesión, algunos de ellos
comunes a otras disciplinas como el trabajo en equipo, a distancia y gradualmente en
inglés; y otros específicos de la arquitectura como la creciente puesta en valor de la
curiosidad, la proactividad y el espíritu crítico. Estas características les convierten en
profesionales magníficamente preparados para cualquier escenario de futuro, si bien en
materia de arquitectura dicho futuro cada vez se concreta más en la creciente importancia
del patrimonio y la sostenibilidad que han reformulado sus definiciones.
Palabras clave: Arquitectura; ejercicio profesional; conocimiento profesional;
patrimonio; sostenibilidad
Abstract
Unexpectedly forced to a long process of reflection imposed by the financial crisis of the
first decades of this century, architecture professionals are recovering their leadership in
the future of cities, as well as their presence in other professional fields to which they had
dedicated less attention in favor of new construction during the second half of the 20th
century. These issues are developing in parallel with other changes in the profession, some
of them common to other disciplines such as teamwork, remotely and gradually in
English; and others specific to architecture such as the growing appreciation of curiosity,
proactivity and a critical spirit. These characteristics make them professionals
magnificently prepared for any future scenario, although in terms of architecture, said
future is increasingly more concrete in the growing importance of heritage and
sustainability that have reformulated their definitions.
Keywords: Architecture; professional exercise; professional knowledge; heritage;
sustainability
1. El liderazgo en el diseño y la gestión de la ciudad
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A lo largo de la historia, pero con especial relevancia durante la primera mitad del
siglo XX, los arquitectos ejercieron un liderazgo significativo en el diseño y la gestión de
las ciudades. Desde las estructuras de poder políticas, económicas y culturales se recurría
con frecuencia a su participación en la toma de decisiones mucho más allá de la mera
redacción de proyectos arquitectónicos. Dicha confianza se fundamentaba en su amplia e
intensa formación. Eran una élite profesional que había superado unos intensos y arduos
estudios universitarios que contemplaban tanto el diseño como la tecnología y el
humanismo. La arquitectura era, sin duda, una profesión de prestigio reservada a unos
pocos y su práctica diaria suponía unos honorarios profesionales considerables. La
escritora ruso-americana Ayn Rand en su novela “El manantial retrataría de manera
magnífica la ambición y espíritu crítico de diversos profesionales de la arquitectura de
este periodo en su afán por mejorar y modernizar los edificios y las ciudades (Rand 1943).
Tan solo seis años más tarde, el cineasta King Vidor llevaría a la gran pantalla esta obra
literaria. La película homónima constituye todavía hoy un valiente manifiesto sobre el
papel que arquitectas y arquitectos deben jugar en la sociedad (Vidor 1949).
Sin embargo, la necesaria reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial
y el potente desarrollo industrial que se experimentó en Estados Unidos y al que se
añadirían pronto muchos otros países, cambiaron sustancialmente el panorama del
ejercicio profesional de la arquitectura en la cultura occidental. El gran crecimiento
demográfico y el aumento de los estándares de confort derivaron en una fuerte demanda
de edificación de obra nueva. Las ciudades comenzaron a crecer de manera vertiginosa
para dar cabida no solo a las nuevas viviendas, sino también a otros nuevos edificios
cuyas tipologías respondían a las tradicionales y nuevas necesidades de la sociedad como
la educación, la salud, la cultura, el transporte, etc.
Quizás abrumados por el creciente número de encargos profesionales, los estudios de
arquitectura redujeron progresivamente su espíritu crítico y sus aportaciones intelectuales
en lo relativo a la ciudad. Este fenómeno, que se acentuó en las siguientes décadas por el
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gran desarrollo experimentado en el mundo occidental, fue aprovechado por otros
profesionales con unos intereses muy distintos a los de la arquitectura. Así pues, la
consolidación del capitalismo y la rentabilidad como objetivo fundamental propiciaron
que los economistas ocuparan el lugar que los arquitectos habían ido abandonando en
materia de liderazgo en el ámbito urbano (Cabrera 2017).
La democratización de los estudios universitarios acaecida en estas mismas décadas
en la mayoría de países occidentales supuso el aumento del número de estudiantes
admitidos en las escuelas de arquitectura y el nacimiento de nuevas escuelas, por lo que
el número anual de titulados creció de manera significativa. La profesión de arquitecto
seguía gozando de un gran prestigio social y el nivel de demanda de encargos
profesionales continuaba siendo alto pese a los ocasionales periodos de crisis sufridos y
cuya localización temporal e intensidad depende del país que se analice. Pero los ingresos
promedios comenzarían a bajar dado el mayor número de profesionales capaces de
aceptar los encargos.
También, la llegada masiva de los medios informáticos a los estudios en los años
ochenta revolucionó la manera de trabajar. El número de tareas resueltas mediante
ordenador se incrementó progresivamente y en menos de dos décadas se resolvían de
manera informatizada labores tan variadas como el trazado de planos, el cálculo de la
estructura o la redacción de las memorias (Morán 1981). Sin embargo, el volumen de
documentación requerido por los colegios profesionales y por las administraciones
aumentó de modo paralelo y la mayor eficiencia en el trabajo no derivó en un aumento
de la productividad y en una mejora de los ingresos económicos.
En la década de los noventa el creciente número de titulados accede a un mercado
laboral con una fuerte competencia en el que el número de potenciales encargos se ve
sometido a los vaivenes de la economía. Pese a la bonanza registrada en momentos
puntuales y en los primeros años del nuevo milenio, muchos egresados y egresadas de las
escuelas de arquitectura ya no pueden abrir estudio propio, trabajan por cuenta ajena y
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reciben sueldos que distan significativamente de sus expectativas cuando ingresaron en
la universidad y que eran acordes con la situación de la profesión que disfrutó la
generación anterior.
La rotura del contrato social fue más que evidente en muchas profesiones, pero
especialmente en el caso de la arquitectura. Haber dedicado gran parte de los años de
juventud a superar unos estudios universitarios tremendamente exigentes ya no era
sinónimo de conseguir un trabajo estable y bien remunerado. Paralelamente y excepto
dignas excepciones, las ciudades habían crecido bajo el liderazgo de otros profesionales
con prioridades muy distintas a las de arquitectas y arquitectos. Además, muchos nichos
laborales antiguamente ocupados por los mismos eran desempeñados por otros
profesionales.
Todo cambiaría de repente en agosto de 2017 con la eclosión de la crisis financiera en
Estados Unidos que pronto se extendió a todo el planeta. El número de encargos
profesionales caen picado y en algunos contextos desaparecieron incluso por completo
(Alonso y Furió 2010). Este periodo de reflexión forzado e inesperado fue muy duro para
el colectivo profesional de los arquitectos. Sin embargo, el paso de los años ha revelado
este lapso de casi una década de duración como muy fructífero. La necesidad de encargos
propició la recuperación de numerosos roles profesionales anteriores y a los cuales muy
pocos arquitectos habían dedicado atención en los periodos de prosperidad. Del mismo
modo el colectivo profesional volvió los ojos hacia la ciudad y cobró consciencia súbita
del abandono intelectual a la que en cierto modo y con excesiva frecuencia la había tenido
sometida durante demasiado tiempo.
2. Algunos rasgos novedosos de la arquitectura en el siglo XXI
Las dinámicas demográficas que parece que van a caracterizar a todo el siglo XXI lo
convierten indiscutiblemente en el siglo de las ciudades. Por ello, en cuestión de
arquitectura, hablar sobre lo que es relevante y conveniente para la humanidad es, en gran
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medida, hablar de las ciudades. El ejercicio profesional de arquitectas y arquitectos
reformulado, reinventado, renacido tras la crisis financiera y de la construcción aparece
ahora como protector de la sociedad y de la ciudad y el territorio que sus ciudadanos
habitan.
Frente a la complejidad y la mutabilidad presentes, el potencial de la arquitectura para
resolver problemas complejos e innovar se presenta como una herramienta
imprescindible. La activación de dicho potencial en el seno de la profesión ya es
perceptible actualmente a través de muchas arquitectas y arquitectos liderando procesos
de participación (fig. 1), fomentando la inclusión de todas las personas,
independientemente de sus características, e impulsando el empoderamiento de
segmentos a los que tradicionalmente las dinámicas sociales y urbanas habían despojado
de muchos de sus derechos.
Figura 1 - Arquitectos, estudiantes de arquitectura y vecinos participantes en el
Festival elCASC de Villena (Alicante) en julio de 2015
Estos nuevos modos de hacer han impregnado incluso a los propios estudios de
arquitectura. La arquitecta o arquitecto como figura individual que desarrolla la totalidad
de las tareas ocasionalmente apoyado por otros profesionales como aparejadores,
delineantes o administrativos, tiende a desaparecer en favor de equipos de varios
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arquitectos que van cobrando carácter multidisciplinar con la incorporación de otros
profesionales como ingenieros, artistas, economistas, sociólogos, historiadores, etc. Las
figuras individuales del star system tan aclamado en los años noventa y sus proyectos
arquitectónicos de grandes presupuestos va perdiendo protagonismo a favor de estudios
de arquitectura dedicados a necesidades más urgentes de la sociedad, con más atención a
la pequeña escala, al usuario y al entorno, y compuestos habitualmente por más de un
profesional de la arquitectura. Los nombres y apellidos de arquitectas y arquitectos
quedan ahora diluidos en los nombres de sus estudios que son los que ocupan las portadas
de las revistas y las páginas de internet.
El Premio Pritzker otorgado anualmente para honrar a uno o varios arquitectos o
arquitectas vivos cuyo trabajo construido sea testimonio de la combinación de talento,
visión y entrega encaminados a producir contribuciones consistentes y significativas a la
humanidad y al entorno construido a través del arte de la arquitectura (The Hyatt
Foundation 2020) es un magnífico termómetro de lo que se considera relevante, meritorio
e influyente en el seno de la profesión. Los galardones concedidos en 2016 a Alejandro
Aravena, en 2017 al estudio RCR y en 2018 a Balkrishna Doshi ponen de manifiesto las
nuevas sensibilidades descritas y las maneras de hacer que les son propias.
No obstante, la arquitectura no es la única profesión sometida a cambios en sus
maneras de proceder. El contexto laboral actual presenta una serie de características de
importancia creciente y que afectan a muchísimos profesionales. La ya mencionada
multidisciplinariedad demanda una correcta formación para trabajar en equipo y una
cultura humanística suficiente para hacerlo desde el respeto y la ética (fig. 2). Este trabajo
en equipo no siempre se desarrolla en el mismo espacio físico, por tanto, resulta
imprescindible saber trabajar a distancia y poseer las habilidades necesarias para hacerlo
a través de las nuevas tecnologías. El inglés va imponiéndose como lengua vehicular en
multitud de ámbitos y su correcto dominio pronto no será un factor distintivo sino una
condición imprescindible para cualquier profesional.
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Por último, merece especial atención la necesaria proactividad de cualquier
profesional, ya que hay que salir a buscar los encargos profesionales, hay que estudiar la
sociedad, determinar qué necesita y cómo puede cubrirse esa necesidad con nuestra
práctica profesional.
Figura 2 - Estudiantes de arquitectura de la Universitat Politècnica de València
(España) y de la Univesitetet i Stavanger (Noruega) durante un taller internacional
sobre diseño urbano en octubre de 2010
Finalmente, y en lo relativo al proyecto arquitectónico entendido o a cualquier otro
producto que arquitectas y arquitectos ofrecen a la sociedad, la rentabilidad o el
lucimiento ceden el paso al bien colectivo como objetivo final. El progreso comienza a
entenderse como un derecho y la investigación como su mejor herramienta, por ello el
número de profesionales de la arquitectura dedicados a la investigación debiera
incrementarse en los próximos años hasta asemejarse a otras disciplinas como la
medicina, las industrias farmacéuticas y alimentarias o el mundo del transporte.
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3. El dominio de la práctica profesional y la curiosidad
Los equipos multidisciplinares aportan a la dinámica laboral diversos puntos de vista
y la capacidad de asignar determinadas tareas parciales a profesionales que se han
formado específicamente para las mismas y que, por tanto, podrán resolverlas de un modo
mucho más ágil y certero. No obstante, también poseen sus riesgos. En el caso específico
de arquitectas o arquitectos, cuando éstas o éstos participan en equipos o procesos que no
están liderados por personas con su misma titulación son tremendamente vulnerables. El
porqué de esta vulnerabilidad requiere cierta explicación.
En muchos países del mundo la arquitectura es una profesión regulada, es decir, que
para poder ejercerla es necesario estar en disposición de la correspondiente titulación
universitaria y/o haber superado uno o varios exámenes de obtención de la licencia para
el ejercicio profesional otorgada por el estado o las correspondientes asociaciones
gremiales. Dicha regulación no afecta a la totalidad de las tareas propias de arquitectas y
arquitectos, quedando muchas fuera de las denominadas como reservas profesionales. La
joven arquitecta o el joven arquitecto accede al mercado laboral tras unos estudios
vastísimos tal y como se refirió con anterioridad. Dicha amplitud y diversidad de
conocimientos les hace tremendamente adecuados para afrontar, analizar y resolver
problemas complejos, pero obvia –probablemente porque su aprendizaje se priorizó en
otras cuestiones- la consecución de habilidades prácticas específicas que las escuelas de
arquitectura relegan, puesto que pueden ser desarrolladas fácilmente en las primeras
etapas de la vida laboral.
Así pues, otros jóvenes profesionales pueden reclamar su mayor destreza y temprana
agilidad en la resolución de tareas específicas, derivando en frecuentes casos de
intrusismo profesional, catalogable como tal por la ausencia de conocimientos teóricos
de fondo que estos profesionales tienen si se los compara con arquitectas o arquitectos.
Así pues y con el objetivo de evitar situaciones como la descrita y de mejorar la
empleabilidad de los recién titulados, ¿cabe mejorar su conocimiento profesional y sus
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habilidades en la resolución de tareas específicas desde las escuelas de arquitectura? La
respuesta pudiera parecer obviamente afirmativa, pero la duración de los estudios es
limitada y las instituciones de enseñanza de la arquitectura deben escoger qué priorizar y
qué relegar, porque no todo cabe en el currículo.
Con el objeto de ayudar a sus escuelas y facultades asociadas en el potencial proceso
de renovación de sus planes de estudios, la Asociación Europea para la Enseñanza de la
Arquitectura, más conocida por su acrónimo en inglés EAAE, solicitó en 2014 a la
Comisión Europea un Proyecto Erasmus+ cuyo objetivo era predecir cuáles serían las
características del ejercicio de la profesión en el futuro.
Bajo el título “Confronting Wicked Problems: Adapting Architectural Education to
the New Situation in Europelos investigadores que en el mismo participaron quedaron
divididos en tres comités de expertos, dedicándose el primero de ellos a la definición y
calibración del correcto conocimiento y habilidades profesionales para mejorar la
empleabilidad de las y los recién titulados (Cabrera 2017).
Tras la resolución de la primera e inesperada tarea consistente en discernir con
claridad qué es el conocimiento disciplinar, qué es el conocimiento práctico y qué es el
conocimiento profesional, los investigadores de este primer comité de expertos
emprendieron una serie de entrevistas a estudios de arquitectura de todo tipo y tamaño,
oficinas gubernamentales y cualquier otro ente profesional susceptible de contratar
arquitectas y arquitectos. Su afán era determinar las características del adecuado
conocimiento profesional que una joven titulada o un joven titulado deben poseer para
ser atractivos laboralmente y no ser vulnerables frente a profesionales con otras
formaciones. Las respuestas obtenidas de los empleadores resultaron sorprendentes.
Todos asumían que el conocimiento profesional específico es coyuntural, por ende,
variable y consecuentemente difícil de implementar en la universidad. Sin embargo,
consideraban como imprescindible una característica que, a su juicio, las escuelas de
arquitectura estaban infundiendo de manera satisfactoria a sus estudiantes, la curiosidad.
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La inquietud intelectual, unida al espíritu proactivo y la capacidad crítica constituyen,
a juicio de los empleadores, la triada perfecta y específica de arquitectas y arquitectos.
Indiscutiblemente, estos tres rasgos unidos a su excepcional capacidad de trabajo y de
lidia con situaciones complejas hacen de los profesionales de la arquitectura uno de los
segmentos laborales mejor preparados para afrontar su futuro a la vista de las
características que el mismo presenta, pero paradójicamente también independientemente
de las características que presente.
4. Patrimonio y sostenibilidad
Las dos primeras décadas del siglo XXI han mostrado claramente cuáles serán dos de
los sectores clave en el ejercicio profesional de la arquitectura del futuro próximo: el
patrimonio y la sostenibilidad. Si bien, a día de hoy, todavía resulta ciertamente osado
aventurar el final del capitalismo, no es menos cierto que se está produciendo un cambio
de ciclo y por ello, cada vez más intelectuales afirman que más que en tiempos de cambio
vivimos en un cambio de tiempos. La economía occidental ofrece frecuentes síntomas de
agotamiento de su modelo actual y a dichos indicios se añaden los de agotamiento de los
recursos naturales y los riesgos climáticos, los cuales, afortunadamente, han cobrado un
protagonismo inesperado en los últimos meses.
En los países occidentales desarrollados no se espera ya un aumento sustantivo de
población que requiera cantidades significativas de obra nueva. Bien al contrario, su
abundante parque construido es suficiente, pero necesita mantenerse correctamente,
actualizarse y todo ello con los criterios adecuados.
Según investigadores como Loughlin Kealy, cobrar consciencia de la importancia de
dicha herencia supone modificar el concepto actual de patrimonio, entendiéndolo ahora
no solo como el conjunto de edificios con valores históricos o artísticos que una sociedad
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desea preservar, sino como la totalidad de edificios, espacios urbanos e infraestructuras
de los que disponemos en la actualidad. Es decir, patrimonio es todo lo que heredamos de
generaciones anteriores.
La incorporación a dicho concepto de cualquier construcción existente, demanda de
manera inmediata del colectivo de arquitectas y arquitectos el desarrollo inmediato de
una sensibilidad específica y de una serie de habilidades novedosas. Ambas les permitirán
conservar y mejorar o mutar las características de los espacios en los que desarrollamos
nuestra vida diaria, considerando que a la mayoría de los cuales no cabe otorgarles valores
históricos o artísticos, pero indudablemente sociales. Conceptos como la reutilización
adaptativa, más conocida por su denominación en inglés “adaptive re-useserán cada vez
más frecuentes y deberán ser aplicados a diario (Cabrera 2017).
Del mismo modo, el siglo XXI también ha reformulado, ampliándolo, el concepto de
sostenibilidad. Su aplicación se ciñó casi estrictamente a criterios energéticos durante
demasiado tiempo. En la actualidad sabemos que sostenibilidad es mucho más y
paradójicamente la ampliación de su marco teórico y práctico ha pasado por revisitar su
definición inicial. Entendida la sostenibilidad como el normal desarrollo de las
actividades humanas sin comprometer los recursos para el normal desarrollo de dichas
actividades en generaciones futuras, la sostenibilidad incorpora ahora aspectos
económicos, pero sobre todo sociales que los profesionales de la arquitectura deben
aprender, asimilar y poner en práctica. No cabe duda de que la sostenibilidad añade un
mayor grado de complejidad a las tareas diarias de los profesionales de la arquitectura,
pero, tal y como se ha citado con frecuencia, quizás sean éstas y éstos los mejores
preparados para afrontar problemas complejos, conscientes de que no existe la opción de
actuar de otro modo ya que solo tenemos un planeta.
5. Conclusiones
La profusa y variada formación de las y los profesionales de la arquitectura les ha
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permitido históricamente el desempeño de infinidad de ocupaciones. Los planes de
estudios han evolucionado notablemente a lo largo de la historia en cualquier país, pero
todos ellos y el modo en el que han sido impartidos, han permitido la transmisión a sus
tituladas y titulados de una serie de conocimientos, habilidades y valores que les han
servido para desarrollar su labor profesional con el reconocimiento de la sociedad y tanto
evolucionar con la misma, como hacerla evolucionar.
La potente y frecuentemente preponderante formación específica en materia de nueva
edificación, propició durante la segunda mitad del siglo XX una dedicación masiva a estas
tareas. Tal circunstancia acarreó la inadecuada rdida de liderazgo en el diseño de la
ciudad y el progresivo abandono de otro tipo de encargos profesionales. Sin embargo, la
ininterrumpida y latente capacidad crítica de los profesionales de la arquitectura despertó
de nuevo con la crisis financiera de 2007, propiciando la recuperación del referido
liderazgo y de múltiples nichos profesionales otrora prácticamente desatendidos.
Dicha capacidad crítica se ha complementado históricamente con otras características
de las tituladas y titulados que les capacitan notablemente para adaptarse a las necesidades
del mercado laboral y a un futuro laboral complejo y cambiante. Su innata curiosidad y
proactividad les predisponen a observar y analizar su entorno, aportando rápidamente
soluciones en materia de hábitat humano gracias a su gran capacidad de trabajo y su
talento casi único para afrontar problemas complejos. La adecuada transmisión de estas
características debe ser nuclear en cualquier plan de estudios y en su puesta en marcha,
pues constituyen el mejor de los vehículos para una óptima adaptación laboral y para la
prestación del mejor de los servicios a la sociedad.
El protagonismo y complejidad que los conceptos de patrimonio y sostenibilidad van
cobrando en la actualidad son un claro reflejo de las necesidades del planeta durante el
presente siglo. Ello sitúa a arquitectas y arquitectos en una posición destacada en las
actividades diarias de la sociedad y frente a un gran reto para el cual están perfectamente
preparadas y preparados.
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Referencias
Alonso, M. y Furió, E. (2010). “La economía española. Del crecimiento a la crisis
pasando por la burbuja inmobiliaria.Cahiers de civilisation espagnole contemporaine,
6, <https://journals.openedition.org/ccec/3212> (10 de septiembre de 2019).
Cabrera, I. (2017). Erasmus+ Project: Confronting Wicked Problems: Adapting
Architectural Education to the New Situation in Europe, <http://www.eaae.be/wp-
content/uploads/2017/04/Erasmus-Project_CWP_00_Final-Report-1.pdf> (8 de
septiembre de 2019).
Morán, J. (1981). “La informática en las empresas de ingeniería civil.Informes de la
Construcción, 33(330), 7-21.
Peñín, A y Obiol, C. (2019). “Entrevista a Carme Pigem.Palimpsesto, 19, 2-4.
Rand, A. (1943). The fountainhead, Bobbs Merrill, Indianapolis, IN.
The Hyatt Foundation. (2020). The Pritzker Architecture Prize. About the Prize,
<https://www.pritzkerprize.com/about > (5 de enero de 2020).
Vidor, K. dir. (1949). The fountainhead, Warner Bros. Entertainment, Burbank, CA.