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En búsqueda de contar con un acercamiento empírico al tema, se recogieron los datos
de la investigación efectuada por la empresa Sigma dos Paraguay a pedido de la Cámara de
Comercio Paraguayo Americana (2009). De esta se desprenden algunos datos reveladores: solo
el 43,9% de los encuestados considera que comprar productos falsificados es malo; el 50,1 %
lo ve como un medio de vida, pero el 76,4 % está de acuerdo con que se persiga este delito.
Asimismo, el 81,3 % no castigaría a su hijo por efectuar ningún tipo de acción como comprar
ropas no originales, fotocopiar libros, comprar música no original, entre otras.
Estos resultados dejan entrever que existe una especie de doble criterio. Por un lado, se
considera como sustento de las personas, pero se tiene cierta conciencia de su ilegalidad; se
acepta que las autoridades lo persigan, pero no se está dispuesto a castigar a los propios hijos
por ello. Otro aspecto llamativo es que la piratería no pagada posee una valoración distinta a la
que es comprada.
Lo anteriormente expuesto nos remite a lo expresado por Bareiro de Módica (s.f), quien
relaciona cómo ciertos aspectos culturales repercuten en la persecución de este tipo de delitos.
Conforme a esta, algunas pautas culturales, observadas en todos los estratos sociales, favorecen
a un tratamiento más benévolo de la piratería y pueden dar lugar a una “cultura de la
conmiseración” por la que existe cierta compasión a quienes deben dedicarse a este tipo de
actividad para subsistir y a quienes adquieren estos bienes con sus muy limitados recursos. En
el mismo sentido, Euromonitor Consulting (2018; p.15) sostiene que consumir bienes ilegales
está “arraigado en la sociedad” y es visto como una “compra inteligente”.
Efectos en el desarrollo de Paraguay y en su inserción internacional
El contrabando y la falsificación son acciones que más allá de constituir actividades
ilegales tienen efectos nocivos en la economía de los países, en la sostenibilidad de su desarrollo
y en última instancia, hasta en su posicionamiento en el sistema internacional.
Si bien existe cierta creencia popular de que la piratería, por ejemplo, “no afecta” a las
economías de los países o a las grandes empresas, esto puede ser refutado con diversos
argumentos. En el caso de las economías nacionales, estas ven afectadas sus ingresos fiscales,
sus balanzas de pagos, así como su tejido social y no cuentan con incentivos para la innovación,