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MEDIO AMBIENTE E INCLUSIÓN SOCIAL: UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA A
LA CONSTRUCCIÓN DE “NUEVAS ECONOMÍAS”
María Antonella Cabral López
1
Universidad Nacional de Asunción - Paraguay
José Manuel Aguilera Fernández
2
Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción Paraguay
Recibido: 04/12/2022
Aprobado: 20/01/2023
RESUMEN
Las implicancias del desarrollo han ido variando a través del tiempo, lo que condujo a que las
propuestas existentes en la materia también vayan evolucionando. Partiendo de esta premisa y
en consideración de la necesidad de encontrar alternativas novedosas a los modelos existentes,
se plantea este trabajo, que tiene como objetivo presentar el marco teórico que brinda sustento
a la consideración del medio ambiente y la inclusión social como ejes centrales del desarrollo
en la construcción de “nuevas economías”. Para ello, se recurrió a una metodología de tipo
bibliográfica-documental, de nivel descriptivo y de tipo cualitativo. Cabe mencionar que
algunos de los hallazgos de esta investigación fueron la identificación de la dinámica existente
en el estudio del desarrollo, el abordaje que la sostenibilidad, especialmente en lo que respecta
a medio ambiente tuvo en el sistema internacional; y la taxonomía que permite contar con un
marco teórico para la construcción de “nuevas economías” a partir de la consideración de los
aspectos medioambientales y sociales como endógenos y no como una externalidad del
desarrollo. Asimismo, esta taxonomía permite apreciar que existe una amplia gama de teorías,
las cuales pueden ser complementarias, en la mayoría de los casos, con la búsqueda de mayor
sostenibilidad.
1
Magíster en Relaciones Internacionales (Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Ciencias
Económicas). Correo electrónico: antocabral@gmail.com
2
Estudiante (Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción). Correo electrónico:
jaguilerafernandez@gmail.com
73
Palabras clave: medio ambiente, inclusión social, nuevas economías, desarrollo económico,
sostenibilidad
Introducción
Los estudios sobre el desarrollo económico de los países han sido recurrentes en la
economía a lo largo del tiempo. Inclusive el propio concepto ha variado a través del tiempo, lo
que modificó sus implicancias. Así, tradicionalmente fue considerado en términos económicos
como un aumento sostenido de las tasas de crecimiento. Todaro (2012) ejemplifica esto,
mencionando el uso del Ingreso Nacional Bruto per cápita real como parámetro de la
disponibilidad de bienes y servicios susceptibles de actividades de consumo e inversión.
A pesar de lo extendida que esta dicha visión, con el paso del tiempo se hizo vital la
consideración de otros aspectos al momento de conceptualizar al desarrollo. Esto suscitó que
aparezcan otros conceptos como el que enuncia Debraj (2002), quien menciona que es
multidimensional porque, además de la renta y su evolución, debe contemplar aspectos como
una mayor esperanza de vida, un crecimiento de los niveles de alfabetización, disminución de
la mortalidad infantil, mayor acceso al agua potable y saneamiento, entre otros, que reflejan un
mayor bienestar de las personas.
Contemplar una visión más amplia de desarrollo económico condujo a analizar los
fundamentos de los modelos tradicionalmente considerados. Ello se debió a que, en muchos de
estos, el efecto sobre el medio ambiente o las implicancias sociales de las actividades
económicas eran reseñados como externalidades. Así, surgen nuevas propuestas teóricas en las
que el medio ambiente y la inclusión social se constituyen en aspectos sustanciales del
desarrollo.
La economía, en sus distintos niveles, enfrenta una serie de desafíos en el contexto
posterior a la pandemia causada por la COVID-19. En el plano internacional, la globalización
es cuestionada y, con ella, ciertas actividades económicas potenciadas a partir de este proceso,
cuyos efectos sociales y medioambientales son calificados como perjudiciales. En el plano
doméstico, también la economía debe enfrentar un escenario más complejo en el que se
conjugan problemáticas locales con requerimientos externos.
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Lo expuesto respecto a los nuevos aportes al estudio del desarrollo y lo complejo del
entorno económico, motivaron este estudio, el cual tiene como objetivo presentar el marco
teórico que brinda sustento a la consideración del medio ambiente y la inclusión social como
ejes centrales del desarrollo en la construcción de “nuevas economías”.
A partir de este objetivo, se presentaron en primer término algunas consideraciones
teóricas, posteriormente el diseño metodológico y luego se detallaron los resultados. Éstos se
encuentran separados en dos partes, la primera titulada “La búsqueda de “Nuevas economías”
en el sistema internacional” y la segunda, “La búsqueda de “Nuevas economías” en los
desarrollos teóricos”. Por último, se presentan las conclusiones de este trabajo de investigación.
Consideraciones teóricas respecto a la sostenibilidad en los modelos de desarrollo
Un primer aspecto a mencionar es que, tradicionalmente, el estudio del crecimiento y
desarrollo económico estuvo estrechamente vinculado. El primero de estos está, según
Samuelson & Nordhaus (2006), relacionado al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)
3
o la producción nacional potencial de un país
4
. El segundo, por su parte, resulta ser más amplio,
ya que implica una serie de otros aspectos concernientes a la calidad de vida, como lo señalan
Álvarez y Alonso (2006).
El estudio del crecimiento y desarrollo económico fue recurrente para los teóricos de
diversas épocas. Establecer una única taxonomía de estos aportes es una empresa compleja, por
ello, y con el único propósito de proporcionar una aproximación a algunas de las teorías
existentes, se presenta la Figura 1, en la que se resumen clasificaciones brindadas por tres
autores. Entre estas existen ciertas similitudes como el reconocimiento de un cuerpo clásico de
teorías.
3
Según Larraín & Sachs (2002; p. 24) es “el valor total de la producción de bienes y servicios finales
dentro del territorio nacional, durante un periodo dado, normalmente un trimestre o un año”
4
Incluye el valor total recibido por los habitantes de un país en un periodo (Larraín & Sachs, 2002)
75
Figura 1: Clasificaciones de desarrollos teóricos
Fuente: Cabral, Olmedo y Rotela (2022)
Incluso al interior de cada una de estas categorías, existen enfoques diversos. A modo
de ejemplo, en el cuerpo de lo que se consideran “Teorías clásicas”, algunos incluyen los
desarrollos de Adam Smith, Thomas Malthus, David Ricardo, Joseph Schumpeter y John M.
Keynes, entre otros. Esta agrupación de aportes resulta muy útil para poner en evidencia que
hasta al interior de cada categoría existen diversos abordajes a la misma problemática. Por
escapar al alcance de este material, no se profundiza en las diferentes corrientes y sus autores
de referencia, sino se cumple en dejar una referencia respecto a ello.
Es oportuno señalar que la misma visión de desarrollo ha cambiado a través del tiempo
y ha influido en los desarrollos teóricos, no solamente en el campo económico. Esta nueva
visión ha influido en diversas disciplinas y campos de acción. Así, en la Figura 2, pueden
apreciarse estos cambios.
Jones (1998)
Teorías
magnas
Teorías del
desarrollo
económico
Teorías
modernas del
crecimiento
económico
Galindo (2003)
Teoría clásica
Teoría
moderna
Estudio de
nuevas variables
Sala-i-Martin
(2000)
Modelos con
tasas de ahorro e
inversión
constantes
Modelos
neoclásicos de
optimización
Modelos de
crecimiento
endógeno
76
Figura 2: Visiones sobre el desarrollo
Fuente: Elaboración propia en base a Cabral López (2020)
A partir de esto, puede inferirse también que el PIB perdió vigencia como medida del
progreso nacional. En este sentido, Varela (2018) asevera que el PIB es una variable inexacta,
que puede generar una visión limitada, pero, a pesar de esto, es muy empleada en la
construcción de políticas públicas.
Asimismo, el exsecretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU),
Boutros Ghali, mencionó la importancia de extraer los “dividendos de la paz”. Esta afirmación
se tradujo en la búsqueda de trazar objetivos internacionales que sirvan para orientar acciones
en pos de alcanzarlos y que dichas acciones consideren el concepto de desarrollo humano como
un intento de superar la visión economicista del mercado.
Metodología
El diseño metodológico contempló una investigación de tipo bibliográfico-documental.
Por esta razón se examinaron y emplearon distintas fuentes, entre las que se destacan: artículos
científicos, libros, informes de organismos nacionales e internacionales.
77
Es importante resaltar cuáles fueron los criterios de selección de las fuentes
bibliográficas y documentales. En primera instancia, se exploraron libros en los que se apreció
la evolución del concepto de desarrollo económico. A partir del reconocimiento de este
progreso, fueron examinados documentos de organismos internacionales, en los que se
vislumbraban propuestas en torno al desarrollo sostenible. Tomando esto como punto de
partida, se indagó acerca de los nuevos aportes teóricos al respecto y ase identificó una
corriente denominada “Nuevas economías”. En esta, se revisaron distintos artículos científicos
e informes que sirvieron como fundamento de este trabajo.
Cabe mencionar que se planteó una investigación de nivel descriptivo, debido a la
evolución de la temática. El enfoque es cualitativo, por la naturaleza del problema planteado y
la disponibilidad de datos existentes.
Finalmente, es oportuno señalar el método utilizado. En este caso, fue el deductivo,
debido a que se inició con el desarrollo económico en términos generales para, seguidamente,
atender las teorías que se desprenden de este. Esta lógica es apropiada en temas como el
abordado en este trabajo, ya que cuenta con un desarrollo fragmentado y relativamente reciente.
Análisis de los resultados
La búsqueda de “Nuevas economías” en el sistema internacional
Cuadrado Roura et al. (2010) plantean que la economía es una ciencia social empírica,
orientada a la praxis. Por esta razón, es posible apreciar que la aparición de problemas y sus
conatos de solución es previa a la elaboración de teorías. En consideración a ello, y a partir de
lo expuesto en el apartado anterior, en estas líneas se presentan los esfuerzos en el plano
internacional con miras a volver más sostenible el modelo para dar paso posteriormente al
desarrollo teórico.
En primera instancia se mencionará la emblemática Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo
5
. Este encuentro, conocido también como la
5
Si bien la Primera Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente se realizó en Estocolmo en 1972, se
parte de la Cumbre de Río, por el contexto existente en cuanto al desarrollo sostenible.No obstante,
es oportuno mencionar que lo dialogado en Suecia sirvió como base para la creación del Programa
de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) (Organización de Naciones Unidas, s. f.).
78
“Cumbre para la Tierra”, se llevó a cabo del 3 al 14 de junio de 1992. Durante este, participaron
representantes de distintos sectores: políticos, científicos, representantes de organizaciones de
la sociedad civil (OSC), diplomáticos y otros líderes de 179 países, quienes analizaron la
repercusión de las actividades socioeconómicas de las personas sobre el medio ambiente.
Simultáneamente a este evento, se organizó un “Foro Mundial” del que participaron
representantes de distintas OSC, quienes también ofrecieron sus alternativas en la temática.
Como resultado de esta cumbre puede remarcarse que se generó una agenda amplia, en la que
se evidenció que los aspectos económicos, sociales y ambientales no pueden ser abordados por
separado. Es importante destacar también que junto con la Conferencia de Estocolmo (1972),
son “hitos en la evolución del derecho ambiental internacional” (Handl, 2012).
Si bien en 1997 se realizó un examen de los avances del Programa 21
6
, lanzado en
1992, podría considerarse que el siguiente hito en cuanto este tipo de iniciativas fue la Cumbre
del Milenio. Esta se concretó entre el 6 y 8 de septiembre en Nueva York (Estados Unidos) y
los 189 países participantes suscribieron la Declaración del Milenio. A través de esta
declaración se fijaron ocho objetivos, los que fueron conocidos como Objetivos de Desarrollo
del Milenio (ODM): Erradicar la pobreza extrema y el hambre, educación básica para todos,
igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la
salud en la maternidad, avanzar en la lucha contra el VIH y otras enfermedades, asegurar un
medio ambiente sano y seguro y lograr una sociedad global para el desarrollo (Organización de
las Naciones Unidas, s.f.).
La relevancia de estos objetivos hizo que formen parte de distintos programas a nivel
internacional. Pese a esto, con el inicio del tercer milenio, el mismo enfoque de la cooperación
internacional varió. Así, se incorporó la visión de los derechos humanos en el abordaje del
Desarrollo Humano, tomando como sustento el derecho internacional y plasmando una visión
de “ayuda inclusiva” (Álvarez Orellana, 2012).
6
Este documento fue aprobado junto con la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo y los principios para la ordenación sostenible de los bosques. En su preámbulo, el
Secretario General de la Conferencia, resalta dos aspectos: 1. Ninguna nación puede lograr sola
estos objetivos; 2. Sostiene la necesidad de una “alianza mundial” en pos del desarrollo sostenible.
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Posteriormente, se sucedieron distintos eventos de seguimiento, entre los que se
encuentran: Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (2002, Johannesburgo); Cumbre
Mundial (2005, Nueva York); Reunión de alto nivel sobre los ODM (2008, Nueva York);
Cumbre sobre los ODM (2010, Nueva York); Conferencia de las NN.UU sobre el Desarrollo
Sostenible (2012, Río de Janeiro); y el Evento especial del Presidente de la Asamblea General
para el logro de los ODM (2013, Nueva York).
Cada uno de estos eventos contó con sus propios matices, pero la Conferencia de las
NN.UU sobre el Desarrollo Sostenible organizada en el año 2012 en Río de Janeiro, conocida
también como Río +20, marcó un punto de inflexión hacia el abordaje del desarrollo sostenible.
En esta se inició el proceso para el armado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS),
quienes partirían de los ODM; se trazaron estrategias para el financiamiento de acciones
sustentables y se concretaron numerosos compromisos voluntarios en materia de sostenibilidad
(Organización de Naciones Unidas, s. f.). Así, en septiembre de 2015, se llevó a cabo en Nueva
York la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. En ella fue aprobada
por más de 150 países la Agenda 2030, la cual estaba compuesta por 17 objetivos y 169 metas
(Figura 3).
Respecto a los ODM y a los ODS, es importante señalar que aspectos
medioambientales y sociales se contemplaron por la trascendencia de estas iniciativas. En la
Tabla 1 se observan cómo los ODM fueron contemplando aspectos medioambientales y
sociales.
Tabla 1: Aspectos medioambientales y sociales contemplados por los ODM
ODM
Aspectos medioambientales y sociales
contemplados
1. Erradicar la pobreza extrema y
el hambre
Las elevadas tasas de pobreza extrema,
desocupación y reducción del hambre.
2. Lograr la enseñanza primaria
universal
La educación como factor de promoción social.
3. Promover la igualdad entre los
sexos y el empoderamiento de la
mujer
Desigualdad de género en materia de educación y
acceso a cargos electivos.
4. Reducir la mortalidad de los
niños
Mortalidad en niños menores de 5 años.
5. Mejorar la salud materna
Niveles de mortalidad materna y de acceso universal
a salud reproductiva.
80
6. Combatir el VIH/SIDA, la
malaria y otras enfermedades
Reducir la propagación del VIH/SIDA y expandir el
acceso al tratamiento de esta enfermedad, como así
también minimizar la incidencia de la malaria,
tuberculosis y otras enfermedades graves.
7. Garantizar la sostenibilidad del
medio ambiente
Consideró la incorporación de los principios del
desarrollo sostenible en las políticas y los programas
nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio
ambiente.
También se hizo eco de la necesidad de reducir
pérdida de diversidad biológica, disminuir la
proporción de personas sin acceso sostenible al agua
potable y a servicios básicos de saneamiento y lo
imperioso de mejorar la vida de los habitantes de
barrios marginales.
8. Fomentar una alianza mundial
para el desarrollo
Reconoció la necesidad de desarrollar aún más un
sistema comercial y financiero abierto; atender las
necesidades especiales de los países menos
adelantados; y las de los países sin litoral y de los
pequeños Estados insulares en desarrollo. Así como
también la importancia de encarar de manera general
los problemas de la deuda de los países en desarrollo;
de la cooperación con las empresas farmacéuticas,
proporcionar acceso a los medicamentos y con
empresas privadas para mejorar la calidad de las
tecnologías de la información y las comunicaciones.
Fuente: elaboración propia
En cuanto a los ODS, se aprecia que existe un mayor alcance de estos. Se consideraron,
además de los aspectos abordados en los ODM, temáticas relevantes, como son el tema
energético, la industria e innovación, la sostenibilidad de ciudades y comunidades, el consumo
y producción sostenible y la paz, justicia e instituciones sólidas por mencionar algunos aspectos.
Esta ampliación en cuanto a objetivos se reflejó en una mayor cantidad de metas, las cuales
procuraron guiar los esfuerzos hacia distintos campos.
Si bien el lanzamiento de los ODS fue el último gran hito en la órbita supranacional,
la sostenibilidad del desarrollo también tuvo su correlato en la acción de otros actores del
sistema internacional. Así, por ejemplo, pudo apreciarse como organizaciones de la sociedad
civil, iglesias y hasta figuras relevantes lanzaron sus iniciativas al respecto. Como muestra
pueden puntualizarse las iniciativas de Green Peace, las cartas encíclicas del Papa Francisco
“Laudato si´” o “Fratelli tutti” o las movilizaciones promovidas por Greta Thunberg
81
La búsqueda de “Nuevas economías” en los desarrollos teóricos
Los cambios que fueron reconocidos en el sistema internacional a través de sucesivas
iniciativas, como se planteó en el apartado anterior, tuvieron su correlato en lo que a desarrollos
teóricos concierne. Es posible apreciar esto, por ejemplo, en las tres generaciones de los
indicadores de sostenibilidad identificados por Quiroga (2001). Estas son:
1. Indicadores de sostenibilidad ambiental de primera generación (1980 - presente):
Se llaman también indicadores ambientales o de sostenibilidad ambiental. Se consideran
que son parciales, ya que atienden un sector productivo o un número reducido de
dimensiones. Indicadores de calidad del agua o del uso del suelo son ejemplos de esto.
2. Indicadores de desarrollo sostenible o de segunda generación (1990-presente)
Contempla el enfoque multidimensional del desarrollo sostenible. Buscaron avanzar en
la construcción de indicadores que vinculen las distintas dimensiones, pero no fueron
del todo exitosos en este sentido.
3. Indicadores de desarrollo sostenible de tercera generación
Buscaban ir más allá de indicadores aislados o asociados con la pretensión de crear algo
sistémico, tenían la aspiración de crear verdadera sinergia y de proveer cifras que
verdaderamente integren las diferentes dimensiones.
Cada una de estas generaciones fue importante. La primera, aunque pueda parecer muy
limitada, fue absolutamente necesaria para la implementación de indicadores rigurosos en
materia medioambiental y dieron paso a sistemas más completos. La segunda señaló el camino
de la integración de dimensiones y la tercera complejizó esto. Si bien el desarrollo de Quiroga
(2001) es previo a los ODM, ODS y otros aportes recientes, resulta útil para valorar la evolución
de esta temática.
Tetreault (2004, p. 45) explica que, a partir de lo visibilizado en las Conferencias de
Estocolmo (1972), Río (1992) y Johannesburgo (2002), se evidenció “el modelo dominante de
desarrollo sustentable”. Este autor afirma que, a pesar de esta especie de consenso en cuanto al
82
modelo, también existen otros desarrollos en la materia. En cuanto a estos últimos, Tetreault
(2004, p. 46) explica que “sus estrategias se traslapan y se enredan en la literatura, creando un
terreno discursivo bastante complejo”.
En cuanto a estos nuevos modelos, Varela (2018) los vincula con la manera en que
entendemos la economía y la naturaleza, por lo que afirma que existe una “demanda” de una
visión más sostenible e inclusiva. Asimismo, este autor relaciona esta demanda con cuatro
aspectos: la orientación de la economía, la centralidad del ser humano, la consideración del bien
general y la conservación de los entornos.
Los nuevos modelos, demandados por el reconocimiento de cambiar el rumbo en
cuanto a la economía, el medio ambiente y la inclusión social, pueden ser cobijados con la
categorización de “Nuevas economías”. Sirve como plataforma a una profusa red de teorías, las
cuales son vinculadas por medio de una extensa cantidad de esfuerzos en producir taxonomías.
A continuación, se presentarán algunas de estas taxonomías, que servirán como fundamento
para apreciar los fundamentos teóricos de esta corriente.
La primera taxonomía en ser presentada será de índices y fue elaborada por Quiroga
(2001). Esta es un tanto compleja y fue publicada en un informe elaborado para la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Amalgama dos enfoques: el sistémico
y el conmensuralista; y cinco niveles de alcance: mundial, nacional, regional, local y sectorial.
En la Tabla 2 se aprecian los indicadores conforme a su enfoque y niveles.
Tabla 2: Taxonomía de indicadores de sostenibilidad
Enfoque sistémico
Enfoque conmensuralista
Ambientales
De desarrollo
sostenible
Índices
Naredo: Capital
Natural (Coste
energético de
reposición)
WWI: Vital Signs
WRI: World
Resourses 2000
LPI (Índice del
planeta vivo,
WWF)
Canadá
Nueva Zelanda
Suecia
OCDE
Colombia
EDS ISD
México
Costa Rica
Chile
CIAT Colombia
LPI
IBES
ISA (Índice de
Sostenibilidad
Ambiental)
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Venezuela
Costa Rica
Geo 2000 ALC
Conect 4
Barbados
Reino Unido
Estados Unidos
Brasil
Huella Ecológica
Canadá
Chile
México Estados
Unidos
(fronterizos)
Huella Ecológica
Cuencas
Sustainable
Seatlle
Huella Ecológica
Biodiversidad
Energía
Transporte
Fuente: Quiroga (2001)
La segunda taxonomía a ser presentada, la cual se centra más en teorías, es la propuesta
por Ceballos Hornero (2021). Este autor considera tres dimensiones en su análisis:
sostenibilidad, sociedad y responsabilidad. A partir de estas, examina 32 enfoques económicos.
A través de su análisis, Ceballos Hornero (2021) afirma que, en términos generales, la
sostenibilidad en aquellos enfoques que priorizan lo económico es baja y que sus
consideraciones sociales también lo son. Por su parte, aquellos enfoques considerados sociales
pueden olvidar lo medioambiental y los llamados sostenibles son los que tienen un equilibrio
en todas las facetas.
Una tercera taxonomía para analizar este tema es la propuesta por Varela (2018). Este
autor establece tres categorías y en cada una de ellas señala los distintos desarrollos teóricos
que podrían ser considerados. La primera de estas categorías es la denominada “Propuestas
orientadas al cambio de paradigma productivo-medioambiental” y en ella considera: Economía
Circular, Economía Azul, Economía de la Funcionalidad.
La siguiente categoría, por su parte, recibe el nombre de “Propuestas holísticas de
cambio estructural” y contempla: Economía Social de Mercado, Economía Social y Solidaria,
Economía Verde, Economía del Bien Común, Economía Participativa, Economía de
Comunión, Economía Comunitaria y Ciudades en Transición, Economía Basada en Recursos.
Finalmente, la tercera es llamada “Propuestas derivadas de la digitalización de la economía” y
se vincula a la Economía Colaborativa.
84
Tetreault (2004, p. 46) también ofrece una taxonomía para esta temática. Este autor
identifica siete “nodos de discusión”. Afirma que son modelos tendientes a ofrecer modelos
para el desarrollo sostenible. Menciona que algunos son puramente teóricos, mientras que otros
han sido puestos en práctica parcialmente y otros son puramente empíricos.
Los modelos referidos por este último autor son: el modelo dominante
7
; la ecología
política; el modelo comunitario de desarrollo sustentable; el comercio justo; la producción
forestal industrial comunitaria; el activismo ambiental; la conservación basada en la
comunidad.
Otra autora que ofrece una interesante recopilación de teorías más, que una taxonomía
en sí, es Giraud Herrera (2020). En su desarrollo, plantea distintos aportes, a los que nombra
como “nuevas economías”, de las cuales ofrece una definición operativa, sus características y
ámbitos principales y sus sectores económicos fundamentales.
Algunas de las nuevas economías mencionadas por esta última autora son: economía
verde, economía azul, economía naranja, economía colaborativa, economía circular, economía
del bien común e impacto. Asimismo, Giraud Herrera (2020, p. 19) asevera que “Las nuevas
estrategias empresariales están orientadas a la desmaterialización del modelo de negocio con
insumos y consumos colaborativos, a la innovación disruptiva y abierta de manera cocreativa”.
Al igual que Giraud Herrera, Arin Tapia (2017, p. 11) efectúa una recopilación de
teorías muy interesantes, debido a que las mismas se centran en el aspecto social. Esta autora
sostiene
“La idea es analizar los movimientos que tienen a día de hoy un mayor impacto en la economía
real, bien por la capacidad transformadora de la economía (aunque a día de hoy aún no la haya
logrado transformar), bien porque ya está funcionando y queremos valorar en qué sentido lo
hace”.
A partir de esto, selecciona las siguientes vertientes: Economía Social, Empresa Social,
Economía Solidaria, Economía del Bien Común, Economías Colaborativas, Economía Circular
y la Economía Verde.
7
Este ya fue detallado cuando se mencionó el tratamiento que se dio a la temática en el sistema
internacional
85
Lo expuesto hasta aquí permitió apreciar que la construcción de “nuevas economías” es
clave debido a que existen tres principales problemas para el desarrollo sostenible: el deterioro
del medio ambiente y la desigualdad existente. Asimismo, deja entrever que, a pesar de los
progresos alcanzados, estos tuvieron efectos negativos que perduran e, inclusive, parecen
profundizarse, con el paso del tiempo.
Cabe mencionar que las dificultades que enfrentan el medio ambiente y las sociedades
amenazan al propio sistema económico (Varela, 2018) y esto tiene sus implicancias en la
política económica de los países. A partir de esta premisa, en consideración de que las nociones
son relativamente recientes, las propias políticas también brindan insumos en la construcción
de propuestas, generando una retroalimentación entre ambas.
En primer término, es oportuno puntualizar que las “nuevas economías” tienen
repercusión en las políticas públicas, más allá del sistema internacional, lo cual fue detallado
previamente. Asimismo, la adopción de estos cambios en el modelo se implementa, en
prácticamente la totalidad de los casos, respetando la premisa de la economía de mercado y en
atención de la existencia de un marco institucional (Resico, 2010).
Por esto, las políticas públicas a nivel regional, nacional y local pueden ser de gran
relevancia. Una muestra de ello es el material elaborado por New Economy and Social
Innovation & Kaleidos.red (s. f.), denominado “Guía local para una nueva economía: Como
transitar en nuestras ciudades y territorios hacia unas nuevas relaciones económicas”, en el que
se aprecian las experiencias en la materia de ocho municipios españoles.
La existencia de políticas públicas, en todos los niveles, que impulsen la sostenibilidad
es fundamental. Además de esto, es clave que sirvan para que todos los actores de la sociedad
puedan colaborar con la preservación del medio ambiente y la inclusión social. En este sentido,
las nuevas economías encuentran en las “Empresas B” un correlato de sus propuestas.
La definición sobre este tipo de empresa expresada por Abramovay et al. (2013, p. 5),
reza cuanto sigue:
“Es un modelo de empresa que amplía el deber fiduciario de accionistas y gestores para incluir
intereses no financieros, se compromete a crear impacto positivo en la sociedad y el medio
86
ambiente, y a operar con altos estándares de gestión y transparencia, al tiempo que busca el
mejor rendimiento financiero y permite la repartición de utilidades entre accionistas”.
Esta superación del lucro como único propósito de la empresa es voluntaria y a la vez
vinculante, lo que vuelve a la empresa un importante actor para las nuevas economías.
A pesar de la relevancia de las premisas señaladas en el párrafo precedente, existen otras
nociones vinculadas a las prácticas empresariales que resultan muy enriquecedoras en el marco
del planteo de “nuevas economías”. Así Doherty et al. (s. f.) plantean "Modelos empresariales
que ponen a las personas y al planeta en primer lugar y esto resulta complementario a lo hasta
aquí examinado. Es oportuno señalar que el rol de la empresa en la construcción de “nuevas
economías” es clave, pero por escapar al alcance de este material, no es pormenorizadamente
mencionado y se considera una línea abierta para próximos trabajos de investigación.
Resulta interesante, a modo de cierre de este apartado, mencionar los aspectos
ambientales y sociales que contemplan las nuevas economías. Como esta denominación sirve
para una pluralidad de desarrollos teóricos, como se apreció en las líneas precedentes, resulta
una empresa compleja hacer un listado exhaustivo de estos aspectos, pero en la Tabla 3 se
presenta un recuento de algunas de las teorías presentadas con sus respectivos rasgos
ambientales y sociales principales. Sirve como base para la construcción de una plataforma más
amplia, en la que pueden añadirse un sinfín de nociones que van surgiendo vertiginosamente,
en la medida que el fomento de la sostenibilidad es internalizado en distintas esferas y latitudes.
Tabla 3: Aspectos ambientales y sociales considerados por las “nuevas economías”
Teorías vinculadas a “nuevas
economías”
Aspectos ambientales y sociales considerados
Economía circular
Producción y consumo sin residuos.
Economía azul
Respeto de los recursos marítimos.
Economía de la funcionalidad
Pago por uso y no por posesión de los bienes lo que
satisface una necesidad sin altas erogaciones ni
emisiones
Economía social de mercado
En un entorno de mercado, se prioriza la equidad, la
solidaridad y la protección social.
Economía social y solidaria
Son las propias necesidades las que propician
relaciones en grupos que se autogestionan.
87
Economía verde
Propicia que exista sostenibilidad ambiental en el
largo plazo.
Economía del bien común
En un entorno de mercado se consideran las
limitaciones en la sostenibilidad y la justicia.
Economía comunitaria
Fomenta soluciones alternativas para satisfacer
necesidades de las personas y colectivos.
Economía colaborativa
Satisface necesidades a partir de compartir, lo que
baja costos y el impacto ambiental.
Fuente: elaboración propia con base en Ceballos Hornero (2021)
Cabe destacar que lo aquí expuesto permite contar con un marco teórico que brinda
fundamento a que el medio ambiente y la inclusión social sean ejes del desarrollo en la
construcción de “nuevas economías” y, a partir de esto, desarrollar estudios puntuales conforme
a los distintos niveles de estudio y sectores de interés.
Conclusiones
Las dificultades que suponen los problemas medioambientales y sociales tienen grandes
repercusiones en la economía, que se desprenden del sentido que ha ido cobrando el término
desarrollo. A partir del reconocimiento de estos problemas, fueron esbozándose nuevas
acciones y teorías para ofrecer respuestas en la materia. Esto motivó a que emerjan nuevas
propuestas, las cuales se identificaron en dos campos. Por un lado, el reconocimiento en el
sistema internacional de la necesidad de encarar nuevas acciones conjuntas para hacerles frente
y, por otro, el surgimiento de una serie de desarrollos teóricos que permitan entender y
fundamentar estas acciones.
Respecto a las acciones conjuntas emprendidas en el sistema internacional, se sugirieron
distintas medidas tanto en las Conferencias de 1972 de Estocolmo, como la de 1992 en Río de
Janeiro. En el año 2000, el lanzamiento de los ODM fue una iniciativa con amplio consenso en
el sistema internacional, sin embargo, sus resultados no fueron alcanzados en la manera en la
que se habían planteado, lo que conllevó a que deban generarse nuevas propuestas.
Estas se cristalizaron por medio de los denominados ODS y la Agenda 2030, los que
contemplan 17 objetivos y 169 metas a ser logrados para dicho año. Al respecto de los avances
en torno a estos, la ONU lanza anualmente un reporte de progreso, el cual permite
88
monitorearlos. Es oportuno señalar que, hasta el surgimiento de la pandemia, se estaban
registrando interesantes pasos hacia su consecución, sin embargo, a partir de la aparición de la
COVID-19 muchos de los indicadores experimentaron notables retrocesos.
En cuanto a las denominadas “nuevas economías”, se hicieron eco de estos retrocesos
planteando la urgencia de fomentar la sostenibilidad. Esto se debe a que la crisis planteada por
la pandemia dejó expuesto que la atención a los aspectos ambientales y sociales es clave en la
calidad de vida de las personas. El primero de ellos por los efectos potencialmente devastadores
que tienen las enfermedades zoonóticas, las cuales son cada vez más frecuentes; y el cambio
climático, que afecta a la vida de las personas, especialmente de aquellas más vulnerables.
Asimismo, cabe mencionar que justamente son las personas más desprotegidas las que sufren
con mayor intensidad los efectos de los problemas medioambientales, lo que demanda una
acción rápida. Esta necesidad de atención a las diferentes desventajas existentes en la población
en un sinfín de tópicos es lo propugnado por distintos desarrollos teóricos dentro de esta
vertiente de pensamiento.
Finalmente, es importante resaltar que las teorías elaboradas implican, por un lado,
buscar correcciones a ciertas actividades del sistema económico y, por otro, desarrollar nuevos
sistemas con otras bases. Ambas visiones tienen en común la búsqueda de armonizar la relación
entre el medio ambiente y la economía y volver a esta última más humana.
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