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origen primario, siendo las posibles causas; atrofia idiopática y tiroiditis linfocítica. El
objetivo de la investigación es determinar la asociación del hipotiroidismo con la
Leishmaniosis Canina. Para ello, se realizó una investigación de campo. Se seleccionaron
40 caninos adultos de ambos sexos con infección por Leishmania, basándose en pruebas
parasitológicas positivas (punción de médula ósea), se les extrajo sangre de la vena
cefálica para dosaje de Tiroxina sérica (T4 total y T4 libre). La investigación mostró
disminución de la Tiroxina sérica en 28 pacientes (70 %) que comprendían hipotiroideos
clínicos y eutiroideos. Exámenes histopatológicos en humanos y animales con
leishmaniosis visceral han evidenciado parasitismo endocrino incluidas las glándulas
pituitaria, suprarrenal, tiroidea y sexual. Por tanto, el hipotiroidismo podría haber sido
causado por una tiroiditis autoinmune directa por el infiltrado de amastigotes de
Leishmania induciendo atrofia folicular, desencadenando la destrucción de la glándula
tiroides.
Palabras-clave: Leishmaniosis, tiroides, hipotiroidismo, canino.
Introducción
Las Leishmaniosis son un conjunto de enfermedades infecciosas, parasitarias, con
manifestaciones patológicas que difieren mucho, tanto en su presentación clínica, como
en su pronóstico, causadas por protozoarios flagelados del género Leishmania. Las
Leishmaniosis son enfermedades antropozoonóticas (del ser humano y los animales),
endémicas y de transmisión vectorial. Las Leishmaniosis están presentes en una gran
variedad de animales que actúan como reservorios, según la especie de Leishmania
involucrada, pudiendo ser: caninos, roedores, desdentados y marsupiales, entre otros
(mspbs, 2019)
La leishmaniosis se podría clasificar en visceral y cutánea. La leishmaniosis visceral es
la forma más severa donde los amastigotes se encuentran dentro de macrófagos en
diferentes órganos del sistema mononuclear fagocítico. Suele cursar con esplenomegalia
y hepatomegalia. La leishmaniosis cutánea genera lesiones ulceradas o nódulos de bordes
indurados e indoloros, debidas a la invasión que produce el parásito sobre los macrófagos
de la piel alrededor de la picadura, con un periodo de incubación que va desde las dos
semanas hasta varios meses, las lesiones pueden ser únicas o múltiples.