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La evidencia inicial ha mostrado que las infecciones bacterianas secundarias, son un
factor de riesgo importante (OPS, 2019) para los resultados adversos de la COVID-19.
Un estudio retrospectivo de China, encontró que el 96 % de los pacientes con infecciones
bacterianas secundarias murieron. Varios estudios han encontrado que un número
significativo de pacientes hospitalizados con la COVID-19, desarrollan coinfecciones
bacterianas secundarias peligrosas, como neumonías y otras sepsis (IECS, 2020). Las
pruebas de diagnóstico microbiológico, identifican la presencia de infecciones
bacterianas y/o fúngicas, además la resistencia a los medicamentos, lo cual desempeña
un papel fundamental en la respuesta de salud pública a la COVID-19.
En abril de 2021, el laboratorio de referencia regional “Dr. Carlos Malbrán”. INEI.
ANLIS, emitió una alerta epidemiológica: Emergencia de Dobles Productores de
Carbapenemasas, en la que se describe la confirmación en la primera ola de la pandemia
por COVID-19 la emergencia y diseminación de colonización/infección de
enterobacterales productores de combinaciones de carbapenemasas en la Argentina
(Melgarejo, Falcón, Busignani, & Brítez, 2021).
La carbapenemasa del tipo metalobetalactamasa (Clase B), genotipo NDM, fue
identificada por primera vez en 2008 mediante aislado de Klebsiella pneumoniae. Esta
fue confirmada en varios países del mundo, principalmente en Enterobacterales luego de
ese año. Guatemala, en 2011, fue el primer país latinoamericano en notificar esta
carbapenemasa en aislamientos de Klebsiella pneumoniae, por lo que la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta regional el 22 de noviembre de 2011.
En el 2014, esta alerta fue actualizada, ya que varios países de la región (Colombia,
Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, Honduras, México, Nicaragua, Costa Rica)
notificaron aislamientos, e incluso brotes ocasionados por bacterias productoras de
carbapenemasa.
En Paraguay fue detectada en 2012, a través de aislamientos de Acinetobacter pittii y en
Enterobacterales, específicamente en Escherichia coli (2015). Actualmente, este genotipo
es de amplia diseminación a nivel nacional, en patógenos de importancia clínica, como
Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter baumannii y Enterobacterales (Melgarejo et al.,
2021).
A nivel regional, los países han confirmado la presencia de varias familias de estas
enzimas (Clase A, B y D) en proporciones diversas.