El gran desafío del sistema educativo es transformar la institución educativa en un espacio con sentido, en un espacio de aprendizajes que generen resonancias más allá de “pasar de grado” o de adquirir habilidades instrumentales para ingresar al mundo laboral. Actualmente, la innovación que puede realmente transformar, no pasa precisamente por la incorporación de TIC al aula o por los ajustes curriculares que introducen nuevas asignaturas a la malla. La verdadera innovación pasa por convertir las aulas, las escuelas, las universidades en espacios con sentido, donde se aprende para acceder al trabajo pero también se aprende para vivir, para aceptar al otro/a, para respetarlo, para participar en las decisiones que afectan la vida de la sociedad en la que vivimos, para construir colectivamente comunidades sanas y felices.
Para ello, la mirada al sujeto de la educación, el diseño y desarrollo de espacios educativos vitales y el desarrollo de los vínculos al interior de la institución educativa y entre ésta y su entorno son ejes que pueden sustentar procesos de transformación organizacional.